La presente «Contribución a la genealogía del pensamiento posmetafísico» es también «una historia de la filosofía siguiendo el hilo conductor del discurso sobre fe y saber». Desde la atención a la religión como figura actual del espíritu objetivo en la sociedad postsecular, muestra cómo la filosofía occidental ha incorporado a lo largo de su historia, en la forma de procesos de aprendizaje, contenidos religiosos, transformándolos en un saber capaz de justificación racional. Esta consideración apunta a la pregunta de cuál pueda ser hoy todavía una adecuada comprensión de la tarea de la filosofía.
Este primer volumen sienta las bases del estudio del camino evolutivo occidental desde la comparación de las imágenes del mundo de la era axial, pasando por la simbiosis de fe y saber en el platonismo cristiano y su progresiva diferenciación en la Europa medieval, hasta la via moderna, que abre los cauces filosóficos hacia la modernidad
Este segundo volumen continúa la genealogía del pensamiento posmetafísico siguiendo el hilo conductor del discurso sobre fe y saber. Empezando con el protestantismo y la filosofía del sujeto, se centra en la bifurcación de la tradición trascendental (Kant) y la empirista (Hume) para, a partir de ahí, desgranar los temas del lenguaje, el espíritu objetivo y la filosofía de la historia, hasta los Jóvenes Hegelianos, el marxismo, la filosofía de la existencia y el pragmatismo. De las muchas líneas posibles de una historia de la filosofía, Jürgen Habermas destaca un proceso de aprendizaje cuyas huellas permitan insuflar ánimos de cara a las tareas impuestas a la razón humana.
Con un espíritu lúdico que atrapará a todo aficionado al libro y a la lectura, Alberto Manguel traza en esta deliciosa mezcla de psicología, historia, anécdotas, memoria, fantasía, estudios clásicos, etc., un estimulante recorrido por el caprichoso y apasionante laberinto de 6.000 años de palabra escrita. Lectores y experiencias de todos tiempos y lugares nos guían con amenidad a través de "Una historia de la lectura", precisamente la que Manguel ha sido capaz de articular a partir de su condición de lector ávido e inteligente: san Ambrosio, uno de los primeros en aprender a leer en silencio; Diderot, convencido de las propiedades terapéuticas de las novelas "picantes"; Borges, que pedía que leyeran para él su madre, sus amigos, quien estuviera a mano; Stevenson, que no quería aprender a leer para no privarse del placer que le producían las lecturas de su niñera...