Resistir, repartir, compartir. Estos tres infinitivos sintetizan las estrategias sucesivas de la jurisdicción constitucional alemana respecto a la protección de los derechos fundamentales en la Unión Europea, desde la sentencia Solange I (1974) a la sentencia Derecho al olvido II (2019) pasando por la sentencia Solange II (1986): resistir para preservar la plenitud de su control, repartir el objeto de control sacrificando la plenitud jurisdiccional con el fin de preservar la exclusividad y pureza del parámetro propio y, finalmente, compartir el parámetro de control para recuperar la plenitud de control abandonada. Estrategias sucesivas en defensa de la jurisdicción constitucional como institución y para preservar una idea de identidad constitucional.
«En esta obra quiero establecer el enlace del transhumanismo con la tradición humanística de nuestra civilización, que resuena una y otra vez en él (...) El humanismo ya no puede ser el que era, agazapado en el placentero regazo de la superioridad de las humanidades y presumiendo de su pasado glorioso. Un imparable futuro se cierne sobre nosotros. ¿Pero no hay nada que hacer para detenerlo? O renovamos las bases y los temas del humanismo, ofreciendo nuevos criterios de pensamiento y de acción de los desafíos tecnológicos, o nos arriesgamos a que se impongan, sobre nuestra humanidad y la sociedad en general, los discursos de transformación o de substitución, en la estela de una salvación puramente inmanentista, que pronuncian nuevos ideólogos, que se adjudican a sí mismos el objetivo de tomar el relevo tanto de las ineficaces ciencias humanas, como de las religiones tradicionales». Ricardo Mejía Fernández «Mejía no formula una propuesta precaucionista o bioconservadora, sino en la línea crítica del humanismo antropocéntrico parcial que trajo la Modernidad. Tampoco pretende recuperar el humanismo teocéntrico medieval. En diálogo con J. Maritain, pero marcando distancias con el pensador francés, propone un humanismo antropocéntrico integral, abierto a todas las dimensiones naturales de la persona». Mario Iceta Gavicagogeascoa. Arzobispo de Burgos
Cuando venimos al señor, quedamos asombrados al ver tantas
necesidades espirituales que tenemos y no nos damos cuenta hasta
tener un encuentro con Cristo.
El morir al YO es un camino a la vida eterna, por eso la iglesia de
Cristo está hecha para llevarnos a su Gloria, pero no hay dudas que
habrá pruebas. La solución a nuestras pruebas está en nuestras
manos.
Este libro nos enseña como menguar a nuestro yo y dejar que Cristo
crezca en nosotros. La fidelidad de Dios es un consuelo para quienes
necesitamos cambiar esos viejos paradigmas que nos han
esclavizados y no nos dejan crecer.