El ideario político, filosófico y moral de uno de los más importantes pensadores contemporáneos. En 1971 la Universidad de Cambridge invitó al gran lingüista norteamericano Noam Chomsky a dar unas conferencias en homenaje a Bertrand Russell, cuyo contenido, reproducido en este libro, ofrece no sólo los puntos de vista del autor sobre el filósofo, sino además una lúcida introducción a los aspectos lingüísticos y políticos del pensamiento de Chomsky. Esta obra (dividida en dos partes, con títulos bien significativos: «Acerca de la interpretación del mundo» y «Acerca de la transformación del mundo») produjo, en su día, un impacto mucho mayor que Los nuevos intelectuales, el primer libro político de Chomsky.
El presente volumen reúne una serie de ensayos sobre cuestiones de teoría del conocimiento, metafísica, filosofía del lenguaje y de la acción, escritos por especialistas de diversa procedencia. Se abordan temas como la naturaleza del conocimiento y su relación con la voluntad, el problema del escepticismo y la realidad del mundo externo, la interpretación lingüística, la metáfora y la autoridad de la primera persona, así como la cuestión de la definición de la mentira y el engaño, el bullshit y su papel en los discursos políticos autoritarios, y las condiciones de la responsabilidad moral.
A pesar de su origen diverso, los cuatro ensayos que forman este volumen constituyen una unidad de contenido. En el primero Habermas elabora las tesis para una división del trabajo entre las investigaciones empíricas y las filosóficas, alentado por el ejemplo de la epistemología genética de Jean Piaget. En el segundo ensayo la teoría de la moral de Lawrence Kohlberg sirve a Habermas como modelo para aclarar la interpretación de las explicaciones causales y las reconstrucciones en función de hipótesis. El tercer trabajo, escrito con motivo de un homenaje a Karl-Otto Apel, pretende ayudar a esclarecer la propuesta de la ética discursiva. El último, en fin, es una contribución a la división del trabajo planteada desde la asunción de que el desarrollo de una ética discursiva no es una tarea autosuficiente.