Leer el Tao es retornar a lo esencial: recordar que en lo pequeño está lo importante y que lo más sabio no siempre se dice en voz alta.
Cuanto más tratamos de controlar nuestra realidad, menos la comprendemos: cerca de esa idea se agazapa el núcleo de la filosofía taoísta, que no tiene como objetivo el poder, los bienes o la fama, sino la virtud de quien vive en armonía con su entorno.
El Tao nos permite ver que el equilibrio no surge al imponer, sino al integrar: una idea que parece ahora más importante que nunca. Frente a la polarización creciente, esta llamada a la serenidad, la observación y la integración de los contrarios se convierte en una forma de resistencia serena frente al caos.
El Libro Egipcio de los Muertos o Libro del Gran Despertar es, incuestionablemente, uno de los libros más influyentes de la historia. En esta traducción del doctor E. Wallis Budge, los geroglíficos egipcios han sido reproducidos fielmente y se incluye una transliteración de sus sonidos, una traducción palabra por palabra y, separadamente, una traducción adaptada completa. Todo ello viene precedido por una introducción de más de 150 páginas. Como resultado, el lector dispondrá de una oportunidad única para saborear todos los aspectos de esta obra monumental.
El nombre egipcio original del Libro de los muertos era Libro de la salida al día o Libro de la emergencia a la luz y los egiptólogos coinciden en que se trata de un texto funerario que se utilizó desde el comienzo del Imperio nuevo (1540 a.C) hasta el 60 a.C. La obra recoge una serie de sortilegios mágicos destinados a ayudar a los difuntos a superar el juicio de Osiris, asistirlos en su viaje a través de la Duat, el inframundo, y viajar al Aaru, en la otra vida. El libro de los muertos, que se introducía en el sárcofago o cámara sepulcral del fallecido, forma parte de una serie de textos funerarios cuyo origen se sitúa en los Textos de las pirámides y Textos de los sarcófagos, escritos en muros de tumbas o ataúdes y no utilizando papiros. Algunos de los conjuros del Libro de los muertos proceden de esos textos antiguos (III milenio a.C) y otros se compusieron más tarde y corresponden al llamado Tercer periodo intermedio (siglos XI-VII a.C). No existía un único y canónico Libro de los muertos, los papiros que han llegado hasta nosotros contienen una variada selección de textos religiosos y mágicos y difieren notablemente en sus ilustraciones. Algunas personas encargaban sus propias copias del libro, quizá con una selección de los sortilegios que consideraban más importantes para su propia progresión en la otra vida. La obra fue comúnmente escrita con jeroglíficos o escritura hierática sobre rollos de papiro y a menudo se ilustraba con viñetas que representan al difunto y su viaje al más allá. Respecto a los sortilegios, a día de hoy se conocen 192 con una gran cantidad de propósitos, aunque ningún manuscrito individual los contiene todos. Algunos sirven para dar al fallecido conocimientos místicos en el más allá o identificarlo con los dioses, como el conjuro diecisiete, una extensa descripción del dios Atum. Otros encantamientos buscan garantizar que se preserven todas las partes del cuerpo del fallecido, otorgarle el control sobre el nuevo mundo que se abre ante él o protegerle de fuerzas hostiles. Los más famosos se refieren al juicio de Osiris en el ritual del Pesado del Corazón.