Una persona promedio pasa veintiséis años de su vida dormida. Ese tiempo se creó no solo para disfrutar los beneficios físicos del descanso, sino para participar de la presencia de Dios y acceder a su guía para nuestros días. En El poder de tus sueños, la pastora y presentadora Stephanie Ike Okafor muestra que todos somos soñadores. Junto con anécdotas personales de cómo los sueños la han equipado con conocimiento en momentos decisivos, Stephanie aporta herramientas prácticas para ayudar a recordar y discernir los sueños, identificar significados bíblicos de símbolos comunes y números, y reflexionar a partir de ciertos temas de discusión en cada capítulo.
Joyce Meyer tiene un don para acuñar frases (Joycismos) y una de sus más famosas
es: “Donde vaya la mente, el hombre la seguirá”. Meyer aporta las claves para un pensamiento poderoso, dándole al lector la capacidad de usar su mente como una herramienta para el éxito.
En El poder del pensamiento, un libro pequeño y portátil que puedes llevar fácilmente contigo en bolsos, maletas, portafolios, mochilas e incluso bolsillos, Meyer propone un programa flexible para convertir los pensamientos en hábitos y los hábitos en triunfos.
Las secciones incluyen:
• El poder de tu versión optimista
• Conserva tu actitud en la altitud correcta
• El poder de la perspectiva
• Más poder para ti
Las imágenes generadas por el poder utilizan determinados motivos visuales bajo los cuales se oculta una suma de protocolos interesados que les proporciona su auténtico sentido. Ante esta constatación, los cuarenta capítulos y las dos adendas que conforman El poder en escena responden a la necesidad de ejercer de rastreadores de estos iconos de la esfera pública para descifrar así la naturaleza de estas imágenes que parecen rutinarias y espontáneas, y ante las cuales no solemos interrogarnos. Solo con hacerlo y detenernos en cada motivo para nombrarlo, ya se da un paso decisivo para reconocer su sesgo ideológico. Esos motivos visuales se generan desde el campo de la política, quizá los más notorios por su voluntad propagandística; desde la economía, siempre basados en la ocultación de su poder real; del poder judicial, otro ámbito donde la opacidad es norma; de los cuerpos policiales, que construyen motivos de aparente objetividad; o de algunos rituales sociales que se repiten de manera insistente y enigmática. El hecho de ahondar en los orígenes iconográficos de cada motivo –en el cine, la pintura, la fotografía o la arquitectura y sus posteriores ramificaciones– nos permite cuestionar las formas visuales que los distintos ámbitos de poder utilizan para autorrepresentarse. Y al mismo tiempo sirve para preguntarnos por la génesis y evolución de estas formas, dar testimonio de su falsa transparencia y devolver así una mirada crítica e irónica ante el poder que las genera.