¿Sabías que el primer rey cruzado que llegó a Jerusalén fue el vikingo Sigurd de Noruega? ¿Que Leonor de Aquitania fue la primera mujer en embarcarse en una cruzada? ¿Que la secta de los asesinos trató tres veces de acabar con la vida del mismo Saladino? ¿Que san Francisco de Asís se presentó ante el sultán de Egipto para convencerlo de que se convirtiera al cristianismo y logró una tregua en plena quinta cruzada? ¿O que el emperador Federico II recuperó Jerusalén sin disparar una sola flecha y después de ser excomulgado por el papa Gregorio IX?
Concebidas como un peregrinaje armado en nombre de Dios, las cruzadas constituyen un acontecimiento decisivo en la Edad Media cuya memoria y debate siguen estando de plena actualidad hoy en día. El adjetivo «cruzado» se continúa utilizando entre los combatientes del autodenominado Estado Islámico para referirse a Occidente, casi mil años después, y su influjo y fascinación es objeto de estudio, investigación e interés por parte de historiadores, amantes de la historia y lectores aficionados a las leyendas y enigmas que adornan a sus protagonistas.
Desde la llamada incandescente de Urbano II a tomar la cruz en 1095 hasta la sangrienta caída de San Juan de Acre en 1291, las expediciones religioso-militares de los llamados cruzados están llenas de episodios singulares y casi siempre crueles, pero también revelan actos de piedad y admiración mutua, como la que mantuvieron Ricardo Corazón de León y Saladino mientras se enfrentaban con toda la dureza posible.
¿Sabías que cuando un masón fallece pasa al «Oriente Eterno»? ¿O que se reúnen en logias y trabajan en templos donde celebran «tenidas» según marcados ritos y rituales? ¿Y que el integrismo religioso los acusó de realizar prácticas satánicas? Aunque la masonería esté rodeada de un aura de misterio, su historia está marcada por la presencia de algunas de las figuras más destacadas de los últimos siglos, tales como Churchill, Disney, Mozart, Franklin o Kipling. Fundada en Londres en 1717 con el propósito claro de promover la fraternidad entre hombres, la Orden se expandió rápidamente. Asociada a lo secreto, el público común ignora qué es lo que hacen en sus reuniones o «tenidas»: ¿Realizan orgías, ceremonias satánicas o deciden el futuro del mundo? Demonizada y perseguida tanto por la Iglesia como por los poderes políticos, a día de hoy sigue suscitando un morbo basado en medias verdades, prejuicios arraigados e insidiosa propaganda. Durante el mandato de George Washington se convirtió en una parte integral de la identidad de la nueva nación estadounidense.
Aunque parece que se ha escrito ya todo sobre Adolf Hitler, lo cierto es que este personaje que marcó el siglo XX sigue siendo, en cierto modo, un desconocido. Su compleja y contradictoria personalidad, en la que convive el despiadado dictador con el apasionado artista, el dirigente sin escrúpulos con el líder carismático o el desquiciado autócrata con el soñador de utopías, continúa dejando perplejos a los historiadores. ¿Quién era Hitler en realidad? La imagen suya que ha trascendido, histriónica y vociferante, reducida a una caricatura, nos impide conocer cómo era el Hitler humano, valga el oxímoron. En esta obra se ofrece un retrato de ese dirigente desconocido, a través de los testimonios que dejaron aquellos que mejor le conocieron. El lector descubrirá así un personaje desconcertante, capaz de sentir un amor desmedido por su madre, de enamorarse perdidamente, de adorar a los perros que siempre tuvo a su lado, al tiempo que mostraba el mayor desprecio por la vida humana. En estas páginas se relatan episodios inéditos, como el hecho de que tuviera una cocinera judía, que se extasiaba con la música de un cantante judío o que tuvo varios amigos hebreos en su juventud.