Habitamos, según Jürgen Habermas, un «tiempo de transiciones» que solicita la intervención del pensador versado en la lectura de lo político, de sus claroscuros, incertidumbres y perspectivas de futuro. Muestra de ello es el presente conjunto de conversaciones, intervenciones y conferencias, continuación de la serie de sus «Pequeños escritos políticos», que revelan al filósofo preocupado por articular, a partir de la comprensión de la vida política, las herramientas conceptuales que fomenten la dignidad ciudadana y la conformación discursiva de una esfera pública. Las reflexiones de Habermas abarcan desde la cambiante situación de la política interior alemana (aún en tránsito desde Bonn a la república de Berlín) hasta los riesgos y retos de las transformaciones del Derecho internacional clásico en un derecho de ciudadanos del mundo, pasando por el debate sobre el futuro de Europa y la forma de su Constitución. Después de transitar por cuestiones como la corrupción política, la memoria histórica y el Holocausto, el conflicto de Kosovo o el euroescepticismo, el libro concluye con una conversación entre Jürgen Habermas y Eduardo Mendieta («Un diálogo sobre Dios y el mundo») que trata de la globalización y las nuevas formas de la conciencia religiosa en una era de universalismo ecuménico.
Escombros, ceniza y huesos, esto son los restos que a menudo nos encontramos al explorar un antiguo campo de batalla o las ruinas de una aldea, tierra arrasada que esconde miles de historias, desde los últimos suspiros de un soldado caído a los gritos ahogados de una familia asolada por la guerra. A menudo el rápido suceso de acontecimientos que comprendemos como historia nos ha entumecido a estas realidades traumáticas, desvinculándonos de la violencia y sufrimiento que abarca y que raras veces nos conmociona.
Solemos olvidar que detrás de la destrucción y la barbarie se encuentran personas, sus recuerdos y esperanzas silenciados por el filo de una espada; relatos humanos recurrentes que hacen de la historia algo palpitante y tangible.
Con la arqueología como herramienta, Alfredo González-Ruibal nos ayuda a afinar el oído, a escuchar estos susurros y descifrar sus relatos de violencia y agresión, acercándonos a la realidad sin los tintes opacos de la guerra o la ideología. Son precisamente estos últimos vestigios los que hablan con mayor elocuencia sobre nuestra naturaleza y su perturbadora inclinación a la destrucción.
UN INCISIVO ESTUDIO GEOPOLÍTICO SOBRE CÓMO HEMOS LLEGADO HASTA AQUÍ Y HACIA DÓNDE VAMOS.
Guerras, cambio climático, rivalidad entre potencias, avances tecnológicos, el fin las monarquías y el de los imperios: ¿qué futuro nos espera?
Robert D. Kaplan presenta en su nuevo libro un argumento novedoso que conecta el panorama geopolítico actual con los fenómenos sociales contemporáneos, incluida la urbanización y los medios de noticias digitales, basándose en obras modernas fundamentales de filosofía, política y literatura, incluido el poema del que toma prestado el título.
Mientras que la obra de T. S. Eliot, publicada después de la Primera Guerra Mundial, trataba la ruptura y el colapso de la civilización, y las obras de Sartre y Camus, escritas tras la Segunda Guerra Mundial, abordaban la falta de sentido y la primacía de la neurosis, Kaplan sostiene que el mundo después de la Guerra Fría ha girado en torno a la obsesión por uno mismo.
En esta crónica ensayística, Kaplan hace predicciones audaces y contraintuitivas sobre hacia dónde se dirige el mundo. Al igual que muchos de sus títulos anteriores, este texto está predestinado a ser un documento histórico, citado y comentado con reverencia durante las próximas décadas.
Sobre el nacionalismo se escribe mucho: a favor, los que aspiran a tener un Estado propio; en contra, los que ya lo tienen. De nacionalismo habla este libro, pero en otro sentido, porque cuestiona toda forma de pertenencia, llámese esta Estado, Patria o Nación. El libro arranca con una mención de la torre de Babel. Aquella gente quiso construir una ciudad monolítica que fracasó porque no se pudo impedir que se hablara y pensara por su cuenta. Se insinúan ahí dos modelos de convivencia: el de la ciudad cerrada, apegada a la tierra, o el de la dispersión que siguió tras el fracasado experimento. La humanidad no aprendió la lección. Pensó, con Aristóteles, que solo es humano el que pertenece a una polis e inhumano el apátrida. «Tierra de Babel» desmonta ese equívoco originario siguiendo la pista de la minoría que sí supo leer lo ocurrido convirtiendo la diáspora en forma de existencia. En un momento como el actual donde el Estado da signos de agotamiento, porque hay emigración y porque hubo Auschwitz, la diáspora se presenta como la alternativa posnacional al nacionalismo.
Un manifiesto contra las narcotizantes rutinas que llevamos a cabo en la red como sinónimos de vida.
En las próximas décadas nos enfrentaremos a un mundo poscapitalista: una sociedad inmersa en el ininterrumpido consumo tecnológico; una tierra chamuscada, llena de plástico y pesticidas; una naturaleza devastada por el expolio de los recursos naturales.
En este ensayo tan pertinaz como demoledor, Jonathan Crary denuncia la manipulación a la que nos somete lo que él denomina el «complejo de internet», cuya presencia en todas las esferas de la vida hace que cualquier idea que contemple su marginación o ausencia resulte impensable. Pero, tal como argumenta Crary, la cultura y la economía tecnoconsumistas son intrínsecamente incompatibles con una tierra habitable y con la interdependencia necesaria para vivir de un modo más humano y menos alienante. Se trata de una obra que se alza en contra de la atomización social, característica de las redes y plataformas digitales, y reivindica la importancia de organizarnos colectivamente.
Es sabido que la Alemania nazi asesinó cerca de seis millones de judíos. Lo que no lo es tanto es que, junto al horror del Holocausto, los regímenes de Hitler y de Stalin asesinaron a otros ocho millones de civiles, la mayoría mujeres, niños y ancianos, solo en lo que Timothy Snyder denomina las «Tierras de Sangre».
Se suele identificar el horror del siglo xx con los campos de concentración. Sin embargo, la mayoría de las víctimas del nacionalsocialismo y del estalinismo nunca vio un campo de concentración ni de exterminio. Del mismo modo, los asesinatos en masa en Europa suelen asociarse con la muerte en cámaras de gas. Pero no fue el gas el método más empleado. Más de siete millones de civiles y prisioneros de guerra murieron porque se les negó la comida.
Por primera vez, el historiador Timothy Snyder describe en este libro la amplitud del horror que supuso el asesinato de catorce millones de ciudadanos europeos en solo doce años, los que van desde 1933 a 1945. El presente estudio implica aspectos militares, políticos, económicos, sociales, culturales e intelectuales, y se basa en la extensa documentación aparecida con la apertura de los archivos de la Europa oriental y los testimonios de las víctimas y de algunos verdugos.
Las Tierras de sangre no son un territorio político real o imaginario: son simplemente los lugares donde los regímenes políticos de Europa realizaron su obra más mortífera.