En Pensar el islam me propongo reactivar el pensamiento ilustrado. No pensar en el islam a favor o en contra, no es esa mi intención, sino pensarlo como filósofo. Leo el Corán, examino los hadits y consulto biografías del Profeta para mostrar que en ese corpus hay materia para lo peor y para lo mejor: lo peor, lo que unas minorías actuantes activan mediante la violencia; lo mejor, lo que unas mayorías silenciosas practican de forma privada. ¿Cómo debe la República considerar esas dos maneras de ser musulmán? ¿Existen relaciones y puentes entre monorías actuantes y mayorías silenciosas, sabiendo que la historia la hacen las primeras, y no las segundas? El presente libro también vincula lo que se ha dado en llamar el terrorismo con la política exterior islamófoba practicada por Francia siguiendo a la OTAN desde 1991. Llamamos barbarie a aquello que no queremos comprender. El islam terrorista ha sido parcialmente creado por el Occidente belicoso. Las cosas no son tan sencillas como unos y otros quieren darnos a entender. De ahí la necesidad de ponerse de nuevo a pensar. Sobre este tema y sobre otros.» Michel Onfray
Durante el año académico 1960-1961, Jacques Derrida, entonces asistente de filosofía general y lógica en La Sorbona, lleva a cabo una lectura de la frase de Alain: «Pensar es decir no».
Este curso magistral de cuatro sesiones muestra ya los signos de la escritura deconstructiva que estaría por venir. En él, Derrida desmonta qué queremos decir cuando decimos «sí» o «no», además de formular y plantear por primera vez el binomio «sí no», elemento básico y originario del acto de pensar.
Frente a este texto, se tiene la impresión de estar ante cuestiones fundamentales del pensamiento de Derrida, que aún hoy conservan su relevancia en una época en la que a menudo resulta difícil distinguir entre pensamiento y creencia.
Redactado a mano por Derrida durante la guerra de independencia de Argelia, y hasta ahora inédito, Pensar es decir no es el texto más antiguo del corpus derridiano que ve la luz gracias a una importante labor editorial.
Yo no estoy polarizado. Polarizados están los políticos, las redes sociales y los medios de comunicación. Nadie se considera partícipe de un fenómeno sobre el que, sin embargo, existe un enorme acuerdo social: la polarización es un riesgo para la salud de la esfera pública democrática. Un cierto propósito de enmienda puede parecer aconsejable. Pero al mismo tiempo, ¿no resultan sospechosos esos discursos equidistantes que reparten la culpa en todos por igual? Apelar a que actuemos con más responsabilidad cuando participamos en el debate público, ¿no es como pedir al náufrago que se salve nadando, o al desahuciado que conserve su casa ahorrando más dinero?
El propósito de este libro es delimitar la responsabilidad y el margen de acción de la ciudadanía ante el problema de la polarización. Con este fin, trata de aclarar qué tipos de polarización existen, cuáles son los factores que la explican, qué consecuencias tiene para nuestro ideal de espacio público, y qué procesos psicológicos, éticos, epistemológicos e ideológicos condicionan su propagación.