La principal amenaza de la democracia no es la violencia ni la corrupción o la ineficiencia, sino la simplicidad. Desde el punto de vista de la teoría de la democracia, este libro ofrece una actualización de nuestros conceptos políticos, que fueron pensados en una época de relativa simplicidad social y política. Este déficit teórico se corresponde con una práctica política que simplifica y empobrece nuestras democracias. Nuestros sistemas políticos no están siendo capaces de gestionar la creciente complejidad del mundo y son impotentes ante quienes ofrecen una simplificación tranquilizadora. La política, que opera actualmente en entornos de elevada complejidad, no ha encontrado todavía su teoría democrática. Ya no tiene que enfrentarse a los problemas del siglo XIX o del XX, sino a los del XXI. Si la democracia ha efectuado el tránsito de la polis al Estado nacional, de la democracia directa a la representativa, no hay razones para suponer que no pueda hacer frente a nuevos desafíos, siempre y cuando se le dote de una arquitectura política adecuada. Este libro se dirige a quienes no creen en las respuestas simples, pero tampoco quieren desesperar ante la complejidad de los problemas. En él se formula una teoría de la democracia y del gobierno para el siglo XXI desde el presupuesto de que la más prometedora renovación de nuestras democracias será el resultado de hacerlas más complejas.
Una reflexión filosófica sobre los principales asuntos que la inteligencia artificial nos obliga a repensar: las capacidades de los algoritmos y las de los humanos; la naturaleza de la automatización, la fiabilidad de la analítica predictiva; el poder y la inexactitud de los datos; el aspecto colectivo y social de la privacidad, o el lugar de la indeterminación y el azar en un entorno mediado por la gobernanza algorítmica.
Obras como Una recensión literaria desmienten algunos tópicos sobre el genial pensador danés, al que se suele considerar tan centrado en la existencia individual que olvida las circunstancias sociales, tantas veces penosas, que determinan la historia humana. Lo cierto es que, frente al elitismo de las corrientes liberal y conservadora de su tiempo, Kierkegaard abrazó decididamente la causa del «hombre corriente».
Resulta paradójico que lo que comenzó siendo una mera reseña literaria sobre la novela de 1845 Dos épocas, de Thomasine Gyllembourg, que relata las vicisitudes de una familia de la alta burguesía de Copenhague, terminara convirtiéndose en un libro que apareció un año después.
La importancia de este escrito es doble. Por una parte, Kierkegaard expone en él su concepción del arte de la novela, que presenta numerosos puntos de contacto con las fases del discurrir de la vida. Por otra, el autor se pronuncia sin reparos en materia política y social, hasta el punto de formular un juicio crítico sobre la modernidad. Y lo que resulta más sorprendente: el diagnóstico de Kierkegaard es profético, en el sentido de que muchas de las notas que describen la sociedad de su tiempo se pueden aplicar a las actuales sociedades de masas, hasta el punto de constituir una llamada de atención que conviene tomar en serio.
Este libro va más allá del interminable debate sobre el antisemitismo y el antisionismo, y le da nuevas y desafiantes dimensiones. Se remonta a los inicios de la historia de la judeofobia, y desafía la idea de que el cristianismo se construyó después del judaísmo y en oposición a él. Por el contrario, cree que, a pesar de la presuposición cronológica, es el judaísmo el que se construyó bajo la presión del cristianismo, y al mismo tiempo se acomodó a los términos del juicio que sus enemigos han llevado a cabo durante siglos.
Esta inversión es rica en beneficios intelectuales y políticos. Deja obsoleta la mala disputa que equipara el antisionismo con el antisemitismo (la misma que revive Emmanuel Macron), y alimenta perfectamente las preguntas contemporáneas: «¿Hasta qué punto –escribe Shlomo Sand– el sionismo, nacido como respuesta de angustia a la judeofobia moderna, no ha sido el espejo de esta? ¿Hasta qué punto, mediante un complejo proceso dialéctico, el sionismo ha heredado los fundamentos ideológicos que siempre han caracterizado a los perseguidores de los judíos?».
Este libro recoge algunos textos clave para entender la obra y enseñanzas de una de las figuras más importantes de la edición en lengua española. El Constantino Bértolo que nos habla desde estas páginas es el Bértolo editor: aquel que en la editorial Debate nos descubrió autores como Rafael Chirbes, V. S. Naipaul, W. G. Sebald, Rick Moody o Cormac McCarthy; aquel sin el que tal vez no habríamos disfrutado de Ray Loriga, Luis Magrinyá, Marta Sanz o Elvira Navarro. Aquel capaz de montar en un gran grupo un sello como Caballo de Troya. Un editor siempre contundente y, con frecuencia, dotado de una capacidad de disección de la realidad que desarticula cualquier cursilería. Y un editor que se desvive por aportar, por intervenir, por contagiar. «Una poética editorial» refleja la falla entre dos mundos (uno ya pasado, otro aún por configurar) que el autor ha sabido identificar como nadie. Sin embargo, aquí no hay lugar para el apocalipsis y sí para la ironía, «esa forma de decir lo que no se puede decir». Por tanto, y como aviso para navegantes, invitamos al lector para que saboree ese punto de sorda retranca que, de cuando en cuando, aflora y que no podría estar más alejada de todo derrotismo.