Los antiguos dictadores como Hitler, Stalin o Mao gobernaron mediante la violencia, el terror y la dominación ideológica. Pero en las últimas décadas se ha consolidado una nueva generación de hombres fuertes que, sirviéndose de los medios de comunicación y las redes sociales, ha rediseñado el gobierno autoritario para un mundo más sofisticado y globalmente conectado.
En lugar de una represión abierta y masiva, gobernantes como Vladimir Putin, Recep Tayyip Erdogan y Viktor Orbán controlan a sus ciudadanos distorsionando la información y simulando procedimientos democráticos. Al igual que los propagandistas y voceros en las democracias, estos nuevos dictadores retuercen las noticias para granjearse el apoyo social, cultivar una imagen de competencia y ocultar la censura. Y utilizan las instituciones democráticas para socavar la democracia misma, al mismo tiempo que aumentan el compromiso internacional para obtener beneficios financieros y reputacionales.
Nos gusta pensar que el futuro depende de nosotros mismos, pero la realidad es distinta: la Inteligencia artificial es la mano invisible que mueve los hilos de nuestra vida. Su potencial es ilimitado y, puesto al servicio de un bien común, nos permitiría encontrar la solución a los mayores desafíos de nuestro siglo. Pero ¿qué ocurre cuando ese poder recae en un pequeño grupo de personas?
Nuestro destino está hoy en manos de nueve grandes empresas de Estados Unidos y China. Por un lado, Amazon, Google, Apple, IBM, Microsoft y Facebook, que tienen grandes ideas sobre cómo resolver los mayores desafíos de la humanidad, pero que obedecen órdenes de sus accionistas. Por el otro, las empresas Baidu, Alibaba y Tencent cuyas acciones van ligadas al partido comunista chino. Y, en medio, nosotros. Las fuerzas externas que ejercen presión sobre esos nueve gigantes de tecnológicos conspiran en favor de sus propios intereses económicos y políticos.
En el año 1964, Luis Harss emprendió un viaje por Francia, Italia, México y por todo el continente americano con el fin de trazar el retrato literario y psicológico de quienes consideraba los diez autores latinoamericanos más representativos del momento. Borges, Asturias, Guimarães Rosa, Onetti, Cortázar, Rulfo, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa «posaron de buena gana». El resultado de esta aventura honesta y desinteresada fue que, sin proponérselo ni adivinar lo atinado de su predicción, Harss creó el canon y la carta de navegación de un fenómeno aún incipiente que más tarde se llamaría Boom.
«La década del sesenta puede muy bien ser un momento decisivo. Nuestra novela está todavía a prueba. Es demasiado pronto para saber si las pocas figuras realmente notables que asoman en las penumbras son una casualidad o una promesa. Pero si la diferencia entre un accidente y una tradición está en el encadenamiento del esfuerzo común, el futuro se ve propicio. Hoy por primera vez nuestros novelistas pueden aprender los unos de los otros. Cada cual hace su camino propio, pero forma parte de un mismo universo de la imaginación. Hay acumulación y el comienzo de una continuidad. En este sentido podemos hablar del verdadero nacimiento de una novela latinoamericana.»
Luis Harss, 1966