Una historia fascinante sobre la adivinación en el mundo griego
Conocemos la antigua Grecia por su filosofía, arte y experiencias democráticas, pero también por sus oráculos. La adivinación está presente en la cultura griega, como en la historia del rey tebano Edipo, a quien el oráculo de Delfos profetizó que mataría a su padre y se casaría con su madre. Habitantes de un mundo incierto, los griegos confiaban en sus numerosos oráculos para orientar su vida y su época no se entiende sin estos centros de adivinación, en los que los dioses adoptaban la voz humana para comunicarse con los mortales.
Diego Chapinal-Heras, historiador especializado en la antigua Grecia y sus oráculos, nos ofrece una detallada y fascinante visión del mundo adivinatorio heleno. ¿Qué era un oráculo? ¿Cómo se llevaba a cabo la adivinación? ¿Qué importancia tenían en la sociedad griega? ¿Cómo evolucionaron con el tiempo? Para responder a estas y a otras preguntas viajaremos, de la mano de las más actualizadas fuentes documentales, epigráficas y arqueológicas, a oráculos como los de Dodona, Delfos, Dídima o Epidauro, y conoceremos lo que significaba ofrecer y recibir una profecía.
La voz de los dioses es un libro fundamental para comprender una de las facetas más fascinantes y misteriosas y menos estudiadas de la Antigüedad helena.
¿Qué papel desempeña la voluntad en la formación de nuestras creencias? El filósofo y matemático WILLIAM KINGDON CLIFFORD (1845-1879) defendió en un famoso ensayo titulado La ética de la creencia, que «creer algo tomando como base una evidencia insuficiente es moralmente inaceptable siempre, en cualquier lugar y para todo el mundo». Entre las muchas respuestas que provocó este polémico escrito, brilla con luz propia el célebre escrito de WILLIAM JAMES (1842-1910) La voluntad de creer. En este ensayo, el que fuera uno de los fundadores del pragmatismo y creador de la psicología científica americana rechaza, con la autoridad de quien ha experimentado en sus propias carnes el conflicto pascaliano entre las razones del corazón y las del intelecto, las pretensiones de vetar que «nuestra naturaleza pasional» intervenga en las decisiones de adoptar creencias filosóficas, religiosas o sentimentales, a la vez que busca fundamentar científicamente «la legitimidad de la fe voluntariamente aceptada». El libro se completa con una introducción que ofrece una panorámica del contexto filosófico y social de Clifford y James, así como un análisis de los detalles menos conocidos de la polémica.
Esta antología recoge trece textos largos de no ficción, de los cuales doce son reportajes de largo aliento publicados en el siglo XXI. Seis fueron escritos por mujeres. Todos salieron a la luz después de dos eventos que marcaron su inicio: el holocausto de las Torres Gemelas en Nueva York el 11 de septiembre de 2001 y la aparición de esas fuerzas incorpóreas conocidas como redes sociales. Esta realidad tal vez explique la cantidad de textos que incluí sin darme cuenta que hablan de manera oblicua o directa de la muerte. Por otro lado, la preponderancia de reportajes extranjeros refleja una preferencia mía, pero también habla de un mundo post 11S, post Atocha, post Bombay. El mundo ahora es uno, unido por el terror. Pero también, es obvio, por el cambio climático y las pandemias, la migración y nuestro consiguiente cosmopolitismo, la abolición de las distancias en el universo virtual, el Zoom, y una obsesión por viajar que ya se veía venir en el siglo pasado pero que hoy adquiere síntomas de fiebre. Hay que conocer el mundo antes de que se acabe.