En diálogo y contraste con pensadores como Nietzsche o Hegel, de la mano de autores como Milan Kundera, Walter Benjamin o José Ortega y Gasset, que en sus teorías de la novela han meditado sobre las relaciones entre literatura y filosofía a partir del horizonte abierto por la crisis de la modernidad, este libro traza una genealogía más matizada de ambas esferas, destacando sus afinidades electivas. Por sus páginas desfilan Don Quijote, Gargantúa, Tristam Shandy, Wilhelm Meister, Gregor Samsa y Tomás y Teresa, los personajes de La insoportable levedad del ser; pero también los metarrelatos y la risa de Dios, la teodicea y el nihilismo, el Bildungsroman y la novela picaresca, la teoría viquiana del mito y el humanismo retórico, la vanguardia y la pintura de Friedrich, el posmodernismo y la nostalgia estética, apuntando así a un sustrato hermenéutico común, motor del pensamiento contemporáneo.
Un relato íntimo cargado de lúcidas reflexiones sobre lo que significa envejecer.
Actualmente cumplir años se ha convertido en una desgracia o, como mínimo, en un proceso que la sociedad rechaza y silencia. Frente a esta realidad, esta hermosa obra nos revela no solo los estereotipos y prejuicios que rodean la edad madura, sino el valor que pueden tener el sentimiento de finitud y la experiencia de lo vivido.
Entremezclando experiencias personales, anécdotas y referencias a autores como Herman Hesse, Annie Ernaux, Elias Canetti, Marguerite Duras, Virginia Woolf, Roland Barthes y un largo etcétera, este libro nos muestra que, si sumar años está visto como una fatalidad, saber envejecer es una posibilidad e incluso un privilegio. No hay duda de que la vejez supone una aceptación, tal vez un desdoblamiento de uno mismo —te ves distinto de lo que has sido—, pero esta aceptación pasa por mantener el deseo de vivir.
La viajera de noche no es una guía para envejecer bien, es un grito contra la invisibilidad y el rechazo a los que se exponen los viejos y, sobre todo, las viejas, así como una invitación a oponerse a la exigencia de la sociedad contemporánea de que nos hagamos mayores en silencio y de forma disimulada. Como dijo Simone de Beauvoir: «La vejez es una cuestión de civilización. ¡Continuemos con la batalla!».