Justo después de terminar La llamada, uno de los mejores libros de no ficción de los últimos tiempos, Leila Guerriero se dirigió hacia la Costa Brava tras los pasos de Truman Capote, quien escribió allí gran parte de su célebre A sangre fría.
El resultado es La dificultad del fantasma, obra de agudeza, estructura, estilo y ritmo soberbios que mezcla investigación sobre el terreno, reportaje sobre la manipulación de la memoria, diario de escritura y reflexión sobre el ejercicio de un género literario que, justamente con A sangre fría, Capote pretendió fundar. Género que Leila Guerriero ha llevado a un nivel extraordinario de rigor y excelencia.
Un llamado a reformar las instituciones democráticas tradicionales para frenar los regímenes autoritarios contemporáneos
Estamos atravesando una época convulsa en la que la gobernanza neoliberal, el ascenso generalizado de la extrema derecha, la política de bloques, y otras formas de autocracia se están imponiendo en diferentes latitudes del planeta. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt ofrecen aquí un marco teórico coherente y aportan ejemplos de todo el mundo para comprender el giro autoritario generalizado y explicar cómo los partidos políticos se vuelven contra la democracia. A partir del caso estadounidense y mostrando la evolución de otros países en la consecución de mejoras y reformas para la sociedad y las libertades civiles, los aclamados profesores de Harvard proponen una serie de reformas con las que salir de una espiral de crisis y constituir lo que ellos llaman la única democracia factible. Un libro necesario, legible y convincente.
Tras el brutal golpe de Estado de 1936, la represión fue uno de los pilares fundamentales para que la dictadura franquista se mantuviera durante cuarenta años en el poder, y la Dirección General de Seguridad (DGS), situada en la Real Casa de Correos, en plena Puerta del Sol, el símbolo del terror impuesto.
Por los calabozos de la DGS pasaron miles de hombres y mujeres que fueron encarcelados, torturados y asesinados: Marcos Ana, Marcelino Camacho, Enrique Ruano, Nicolás Sartorius o el histórico dirigente comunista Julián Grimau, entre otros. A pesar de que la DGS se mantuvo activa hasta entrada la democracia, actualmente no queda vestigio alguno que rememore lo que allí sucedió. Hay placas en honor a los que lucharon el 2 de mayo de 1808, a las víctimas del atentado del 11M o a los muertos por la Covid-19, pero nada que recuerde a todos aquellos que padecieron la dictadura de Franco.