El realismo político no es una doctrina en sentido estricto, sino una perspectiva que cada época hace suya y remodela: el mundo griego con Tucídides, Maquiavelo en el Renacimiento, Hobbes en un nuevo modelo racionalista, hasta llegar a Hegel, Marx, Nietzsche, Weber o Schmitt. Su primera enseñanza es que hay que ver a los actores dentro de un campo de tensiones e intereses en el que son fuertes o débiles, vencedores o vencidos. Mantener los peligros del mundo a raya requiere diagnósticos articulados y estrategias de amplio alcance, siendo conscientes de que, puesto ante el umbral extremo de la irracionalidad humana como se expresa también en nuestro tiempo, incluso el realismo está destinado a quedarse sin argumentos.
Pocos conflictos han generado tal cantidad de libros como la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, prácticamente ninguno se detiene a analizar el papel que jugó el radar en ese conflicto.
Este dispositivo permitió a los contendientes detectar de manera anticipada los movimientos de los adversarios tanto por mar como, sobre todo, por aire.
La obra, abundantemente ilustrada con imágenes y fotografías de la época, recorre la historia del radar, desde sus orígenes en el siglo XIX hasta la Segunda Guerra Mundial y los años inmediatamente posteriores.
Es cuestionable afirmar que el radar ganó la guerra, pero sí contribuyó decisivamente a que los aliados obtuviesen la victoria en ciertos escenarios. Y no solo eso, sino que, como explica bien este libro, el radar cambió decisivamente el mundo.