El descubrimiento de América, las pinturas de Jackson Pollock, las consecuencias de la mayor tragedia minera de la historia, el destino de un veterano de la guerra de Vietnam, la deforestación del planeta, las fotografías de August Sander y Diane Arbus, la peripecia de una inmigrante recién llegada a Ellis Island o la supremacía mundial de Estados Unidos hoy son algunos de los hechos y personajes entre los que Bruno Remaury establece una inusitada y pertinente relación en este fascinante viaje en el tiempo y el espacio. Como el sabio cuentacuentos que pone su profunda erudición al servicio de la imaginación para penetrar el alma humana, el autor nos relata, con una lucidez y una sutileza admirables, cómo ha ido cambiando la relación con nuestros semejantes a lo largo de la historia y también nos describe cómo es la relación del hombre con esa compleja y a veces sofocante creación humana que es nuestro mundo. El ser humano contemporáneo ha sustituido su ancestral visión religiosa del tiempo por una perspectiva mitológica del espacio, es decir: nuestra civilización ha construido un mundo horizontal en el que, negando cualquier verticalidad o trascendencia, ya no da cabida a lo secreto, lo sagrado, lo enigmático. En esta original propuesta, en la que Remaury erige el miedo en motor de la Historia, somos testigos de una humanidad que ha pasado del protector espacio de las cavernas de sus antepasados prehistóricos a un espacio infinito regido por una despiadada lógica de exploración y explotación en el que no hay resquicio donde guarecerse de la injusticia, el dolor y la violencia imperantes. Con un portentoso don para establecer asociaciones, un ritmo narrativo extraordinario y una escritura en estado de gracia en la que se da una perfecta comunión entre el arte del relato y la especulación ensayística de índole antropológica, en la estela de Quignard o Michon, Remaury desentraña los hilos invisibles con los que se entretejen los azares de la Historia y la intrahistoria.
Desde tiempos remotos, los japoneses han percibido su realidad como el lugar donde moran los kami: divinidades de la naturaleza como las montañas, los ríos o los árboles o espíritus de la tierra o de las profesiones, de los héroes o de los ancestros. A esta visión, heredada del sintoísmo, la religión autóctona de Japón, se han ido superponiendo armónicamente nuevas ideas provenientes de las tradiciones chinas e hindúes e incluso Occidentales, que han ido configurando el particular imaginario japonés, un universo extraordinario habitado por seres fantásticos únicos y criaturas sobrenaturales de lo más insólito.
Las empresas encargadas de la compraventa de materias primas mueven 17 billones de dólares al año. O lo que es lo mismo: un tercio de la economía global. Nos proporcionan el café que bebemos, los metales con los que se fabrican nuestros teléfonos y la gasolina de los coches que conducimos y, sin embargo, pocas veces nos detenemos a pensar quiénes son, así como de dónde proceden esas materias primas. Javier Blas y Jack Farchy sacan a la luz uno de los aspectos menos conocidos de la globalización: las actividades de las empresas que compran, acumulan y venden los recursos del planeta.
Esta es la historia de un pequeño grupo de empresarios que se convirtieron en los principales actores de la economía internacional. Bajo la mirada de los reguladores y las autoridades de Occidente, ayudaron a Saddam Hussein a vender su petróleo, financiaron a las fuerzas rebeldes libias durante la Primavera Árabe, y permitieron que Vladímir Putin sorteara estrictas sanciones económicas. Desconocidos, apolíticos y con contactos en todas las esferas se saltan embargos, leyes y conflictos con tal de mantener a la población de Occidente alimentada y las estanterías de sus comercios llenas.