La historia de Lorenzo no es solo la biografía del hombre que ayudó a Primo Levi: es el relato de una humanidad deshumanizada en la que es necesario hacer una elección moral.
En Si esto es un hombre, Primo Levi escribió: «Creo que es a Lorenzo a quien debo estar vivo hoy». Pero, ¿quién era Lorenzo? Lorenzo Perrone, que así se llamaba, es la pieza del puzzle de la biografía de Primo que nos faltaba por conocer: un albañil piamontés que vivía frente a la valla de Auschwitz III-Monowitz. Un hombre pobre, casi analfabeto que durante seis meses llevó a Levi un plato de sopa cada día para ayudarle a compensar su desnutrición en el Lager. Y no se limitó a ayudarle en sus necesidades más concretas: fue mucho más allá, arriesgando incluso su vida para permitirle comunicarse con su familia. Cuidó de su joven amigo como sólo un padre podría haberlo hecho. La suya fue una amistad extraordinaria que, nacida en el infierno, sobrevivió a la guerra y continuó en Italia hasta la agónica muerte de Lorenzo en 1952, doblegado por el alcohol y la tuberculosis. Primo nunca le olvidó: hablaba a menudo de él y puso a sus hijos nombres en recuerdo de su amigo. Este libro es la biografía de una de una de esas personas que viven sin dejar, aparentemente, huella ni recuerdo de sí mismas. Pero que, bien mirado, son la verdadera piedra angular de la humanidad.
El hombre que confundió a su mujer con un sombrero se convirtió inmediatamente en un clásico y consagró a Oliver Sacks como «uno de los grandes escritores clínicos del siglo» (The New York Times). En este libro, Sacks narra veinte historiales médicos de pacientes perdidos en el mundo extraño y aparentemente irremediable de las enfermedades neurológicas. Se trata de casos de individuos, aquejados por inauditas aberraciones de la percepción, y que, sin embargo, poseen insólitos dones artísticos o científicos. El doctor Sacks relata estos casos con pasión humana y gran talento literario. Son estudios que nos permiten acceder al universo de los enfermos nerviosos y comprender su situación. Como gran médico, Sacks nunca pierde de vista el cometido final de la medicina: «el sujeto humano que sufre y lucha». «El doctor Sacks nos muestra el formidable poder de nuestra mente y su delicado equilibrio» (Sunday Times); «Un libro para recomendar a todos: médicos y enfermos, lectores de novelas y de poesía, cultivadores de psicología y de metafísica, vagabundos y sedentarios» (Pietro Citati).
“Épocas hay en que el equilibrio social se rompe en favor de la mediocridad. El ambiente se torna refractario a todo afán de perfección; los ideales se agostan y la dignidad se ausenta; los hombres acomodaticios tienen su primavera florida. Los estados se convierten en mediocracias; la falta de aspiraciones que mantengan alto el nivel de moral y de cultura, ahonda la ciénaga… Es más contagiosa la mediocridad que el talento.” Filósofo, periodista y médico de proyección internacional, el italoargentino José Ingenieros (Palermo, 1877 - Buenos Aires, 1825), hombre políticamente comprometido con los valores del socialismo, publicó en 1913 este ensayo con el propósito de sacudir las conciencias entregadas al ya por entonces imperante conformismo de la medianía.