Radical y revolucionario, a partir de su particular observaciÓn de las masas sociales de su tiempo-entonces vinculadas normalmente a un rey- y de la historia de los pueblos y civilizaciones más relevantes hasta esa fecha,Rousseau hace un profundo estudio acerca de los vínculos que unen a estos súbditos con sus soberanos. Este pensador, escritor,mísico,filósofo,naturalista y botánico,no cree que este vínculo que los une resida en la fuerza o la sumisión, sino que el hombre renuncia de manera voluntaria a su estado de inocencia natural para así poder someterse a las normas de la sociedad imperante, y todo ello a cambio de unos derechos y beneficios de mayor calado que son innatos al intercambio social que se genera. Todo este consentimiento, que es totalmente voluntario, se materializará mediante un contrato, el ''contrato social''.
A lo largo de la historia, algunos libros han cambiado el mundo. Han transformado la manera en que nos vemos a nosotros mismos y a los demás. Han inspirado el debate, la discordia, la guerra y la revolución. Han iluminado, indignado, provocado y consolado. Han enriquecido vidas, y también las han destruido. Taurus publica las obras de los grandes pensadores, pioneros, radicales y visionarios cuyas ideas sacudieron la civilización y nos impulsaron a ser quienes somos. Este explosivo llamamiento de Rousseai a favor de la libertad humana contribuyi a encender la mecha de la Revoludói Francesa y ha avivado desde entonce cualquier debate sobre cómo deberíamo gobernarnos los unos a los otros, siendc considerado tanto un modelo para el te rror político como una declaración fun damental de la democracia.
En el mundo globalizado de hoy la histórica apelación a la «lucha por el derecho» se conjuga como lucha por los derechos. Una innegable necesidad de derechos se manifiesta por doquier, desafiando cualquier forma de represión. Ya no son solo derechos que extraen su fuerza de una formalización o de un reconocimiento desde lo alto, sino derechos que germinan en la materialidad de las situaciones fuera de los ámbitos institucionales acostumbrados, en lugares de todo el mundo que son «ocupados» por hombres y mujeres que reclaman el respeto por su dignidad y por su misma humanidad.
Esta nueva llamada a los derechos fundamentales supone una mutación en la naturaleza de la ciudadanía. Nuevas modalidades de acción y nuevos actores se contraponen a la supuesta ley natural del mercado y a su pretensión de incorporar y definir las condiciones para el reconocimiento de los derechos. El «derecho a tener derechos» construye así un modo distinto de entender el universalismo, haciendo hablar el mismo lenguaje a personas alejadas entre sí y poniendo en marcha una revolución de los bienes comunes.