Quinientos años de hegemonía occidental están llegando a su fin, mientras aumenta la aspiración de la mayoría global a un orden mundial basado en la multipolaridad y la igualdad soberana. Este incisivo libro aborda la desaparición de la hegemonía liberal, aunque señala que aún no se ha configurado un orden mundial multipolar westfaliano, lo que deja al mundo en un periodo de interregno. Ha surgido un vacío legal, en el que los bandos en conflicto compiten por definir el orden futuro.
El expansionismo de la OTAN era un componente importante de la hegemonía liberal, ya que pretendía cimentar la hegemonía colectiva de Occidente como base de una paz impuesta por las democracias liberales. En lugar de ello, desmanteló la arquitectura de seguridad paneuropea y encaminó a Europa hacia la guerra sin posibilidad de corregir el rumbo.
La guerra en Ucrania es un síntoma del colapso del orden mundial. Una guerra proxy, unas sanciones sin precedentes y los esfuerzos por aislar a Rusia han contribuido a la desaparición de la hegemonía liberal. Gran parte del mundo respondió intensificando su transición hacia un orden mundial euroasiático que rechaza la hegemonía y el universalismo liberales.
La derrota de Rusia por Occidente restauraría el orden mundial unipolar, mientras que una victoria rusa cimentaría uno multipolar. El sistema internacional se encuentra ahora en su punto más peligroso, ya que no hay perspectivas de compromiso, lo que significa que el ganador se lo llevará todo.
Vietnam fue el conflicto moderno más divisivo del mundo occidental. Max Hastings ha pasado los últimos tres años entrevistando a decenas de participantes de todos los bandos, investigando documentos y memorias estadounidenses y vietnamitas para crear una narrativa épica de una lucha épica. Retrata las escenas de Dien Bien Phu, el ataque aéreo de Vietnam del Norte y batallas menos conocidas, como el baño de sangre en Daido. Aquí están las realidades vividas de la lucha en medio de la selva y los arrozales que mataron a dos millones de personas.
Muchos han tratado esta guerra como una tragedia para los Estados Unidos, sin embargo, Hastings no olvida a los vietnamitas: en esta obra hay testimonios de guerrilleros Vietcong, paracaidistas del sur, chicas de alterne de Saigón y estudiantes de Hanói, junto con soldados de infantería de Dakota del Sur, infantes de marina de Carolina del Norte y pilotos de Arkansas. No hay otra obra sobre la guerra de Vietnam que haya mezclado una narrativa política y militar del conflicto con experiencias personales conmovedoras: el sello de Max Hastings que los lectores conocen tan bien.
La guerra en casa no nos habla únicamente de la guerra de los Balcanes, sino de su relación con nosotros, tan próximos y, al mismo tiempo, lejanos. Y lo hace con una escritura en la que el espíritu del escritor y del periodista se integran de manera perfecta.
Este es un libro de Historia y de historias. La del francotirador, verdugo por excelencia, y sus intentos por empezar una nueva vida fuera de Yugoslavia. La pesadilla de Izmet, detenido por la policía estatal un día cualquiera y machacado a golpes solo por ser musulmán. El relato de Sead y Esad, hermanos enfrentados, y de lo que vieron en los campos de exterminio. La sórdida epopeya de los generales y soldados de las Naciones Unidas, y el fracaso de la ideología humanitaria. Pero también la acogida en Turín de centenares de prófugos y la apasionada implicación de muchas personas corrientes. Una obra que nos ofrece una visión humanística de la guerra.
Es posible estudiar cómo el pensamiento político-jurídico del quinientos y seiscientos entiende el problema de la guerra columbrándolo en función de dos épocas: Renacimiento-Reforma, y Barroco. Durante la primera encontramos dinastismo medieval (Seyssel), republicanismo (Castrillo), realismo político (Maquiavelo), idealismo humanista-cristiano (Erasmo, Moro, Valdés, Vives), guerra justa (Vitoria), prudencia estoica (Lipsio), resistencia (calvinismo), pacifismo (Simons).
En el Barroco, el paradigma vigente es la libertad, acotada y restringida por (a) la ley natural; (b) un ius subjetivo que dota al hombre del derecho inalienable a la defensa propia; (c) una nueva filosofía de la naturaleza, causa eficiente en lugar de causa final, separación de las cualidades primarias y secundarias, una naturaleza independiente de Dios (Grotius) y caótica origen del ius naturale.
La inteligencia artificial ha llegado para hacernos desaparecer o somos los humanos más indispensables que nunca?En un mundo donde las proyecciones distópicas se imponen y plantean un escenario en el que la inteligencia artificial provoca, si no la extinción de la humanidad, sí una era de penalidades, La guerra imaginaria aporta una visión realista y alejada de las hipótesis sensacionalistas que sugieren tanto los humanistas del apocalipsis tecnológico como los gurús mesiánicos de la tecnología.Con una mirada escéptica y crítica, Fernando Bonete abre un diálogo honesto y riguroso sobre los miedos y las esperanzas de la humanidad, dentro del impulso digitalizador y de las grandes transformaciones sociales que ha traído la última década.Inspirándose en la visión humanística de Isaac Asimov, el padre de la robótica y, como se ve en este libro, una mente lúcida y clarividente, La guerra imaginaria no solo refuta las predicciones más sombrías acerca de estas tecnologías, sino que celebra todo su potencial como herramientas en nuestra búsqueda de progreso.
El fin de la República fue, desde el punto de vista de las fuentes romanas, un largo siglo marcado por guerras civiles: Mario contra Sila, César contra Pompeyo y Octaviano contra Marco Antonio. Guerras que podrían parecer solo ajustes de cuentas entre facciones romanas, interrumpidas por campañas contra bárbaros o rebeldes, pero, en realidad, fueron algo mucho más complejo.
Desde Hispania hasta Mesopotamia, la perspectiva se volvió global. Porque ante esta expansión, bereberes, hispanos, galos, griegos, tracios y armenios ocuparon la primera fila de estos espectáculos trágicos de las guerras civiles romanas de las que dependía su destino, por lo que fueron más que peones en el tablero del Imperio romano. Junto a Octaviano o Antonio, hubo otros extranjeros menos conocidos que Cleopatra implicados en el Gran Juego entre Roma, los partos y los demás pueblos vecinos: el moro Bogud, el cilicio Tarcondimoto y el armenio Atravasdes, que influyeron en la política interna republicana.