Palabras que hieren ha sido reconocido universalmente como una obra magistral y uno de los libros más importantes de Judith Butler. En este análisis de los debates alrededor del discurso de odio, la pornografía y la homosexualidad, Butler sostiene que las palabras pueden herir y que la violencia lingüística es un tipo de violencia particular. También sostiene que este discurso es emocional y fluido porque sus efectos a menudo escapan al control del hablante, moldeados por la fantasía, el contexto y las estructuras de poder.
Butler insta a la cautela en el uso de la legislación para restringir y censurar la libertad de expresión, pues aunque el discurso de odio puede reforzar las estructuras de poder, también puede replicar el poder en formas que separan el lenguaje de su capacidad de causar daño. Por ejemplo, en los casos en que el lenguaje injurioso es internalizado por prácticas estéticas que buscan enfrentarse al daño y reducirlo, como ocurre en el rap y en la música popular, las palabras también pueden ser una forma de reconocimiento y usarse como réplica.
¿Sabía usted que los romanos tenían más de sesenta formas de decir 'puta'? ¿No habrá alguna relación entre la palabra 'fuelle' y la palabra 'follar'? ¿Si a usted la llaman 'pelleja', la están insultando o le dicen una palabra etimológicamente afectuosa? ¿Qué tienen que ver el 'fornicar' con una prostituta y la 'hornacina' donde se pone la estatua de una virgen? ¿De dónde viene las palabras 'caca' y 'mierda'? ¿Cómo estaría formada anatómicamente, en la antigua Pompeya, una señorita 'culibonia' ? ¿A quién prefiere usted, a un 'proxeneta' o a un 'xenófobo'? ¿Cuántas faltas de ortografía hay en la expresión "¡Por uebos!"? ¿Había pensado usted alguna vez que las bellas 'orquídeas' tienen un par de cojones?
¿Qué conocimientos sobre la barbarie nazi nos proporciona un videojuego de la Segunda Guerra Mundial? ¿En qué medida contribuyó la avalancha de memes históricos durante las presidenciales estadounidenses de 2016 a cimentar la victoria de Donald Trump? ¿Podemos confiar en las representaciones históricas que se difunden a través de los medios digitales para forjarnos una idea precisa de lo que aconteció en el pasado? Cada vez disponemos de herramientas y tecnologías más sofisticadas para crear, manipular y divulgar imágenes históricas. Sin embargo, a medida que su implantación se extiende y su uso se democratiza, también aumenta el riesgo de que se empleen para reducir el pasado a un mero repertorio de motivos visuales, para deformarlo de acuerdo con algún fin político execrable y, en definitiva, para despojar la experiencia histórica de toda su complejidad.
Durante siglos, la bulliciosa ciudad portuaria de Salónica fue el hogar de la extensa familia Levy. Como editores, ayudaron a narrar la modernidad tal como la experimentaban los judíos sefardíes en todo el Imperio Otomano. Las guerras del siglo xx, sin embargo, redibujaron las fronteras a su alrededor, transformando en el proceso a los Levy de otomanos a griegos. Los miembros de la familia pronto se trasladaron a través de fronteras y hemisferios, extendiendo la diáspora familiar desde Grecia hasta Europa Occidental, Israel, Brasil e India. Con el tiempo, el Holocausto casi destruyó al clan, erradicando ramas enteras del árbol genealógico. En Papeles de familia, la galardonada historiadora sefardí Sarah Abrevaya Stein usa la correspondencia de la familia para contar la historia de su viaje por el mundo a través de un siglo. Escribieron para compartir el dolor y revelar secretos, proponer matrimonio y planificar el divorcio, para mantener la conexión. Se escribieron porque eran familia. Y años después de que se deshilacharan, Stein descubre que lo que permanece imperturbable es el frágil tejido que una vez los mantuvo unidos: ni sangre ni creencia, sino papeles. Con meticulosa investigación y cuidado, Stein usa las cartas de los Levy para contar no sólo su historia, sino también la historia de los judíos sefardíes en el siglo xx.
Pariroflexia no es un simple libro sobre libros: es un juego literario de palabras con relieve de papel. Guillermo Busutil nos propone una aventura poética para todo amante de la letra impresa y la imaginación. Como apunta Nuria Barrios en su prólogo, es un libro pequeño pero infinito; es una plantación secreta: en sus páginas hay un huerto y un parque y un jardín y un bosque y una selva. Contiene frases frondosas. Otras parecen ramas. Las hay que recuerdan hojas. Algunas aún son yemas, hay que esperar para verlas crecer. Las cosas que merecen la pena siempre requieren tiempo: el placer, el amor, la vida.