Acaso no vivamos, en sentido estricto, en la sociedad del espectáculo ni en la cultura del simulacro. Tampoco, sin más, en la era, descrita por Walter Benjamin, en que la obra de arte genera toda una masa de reproducciones. Lo propio de nuestra época no es la multiplicación de las copias de una imagen dada, sino del número de imágenes diversas que cualquiera es capaz de tomar y almacenar, sin necesidad de talento, de atención ni apenas de gasto.
La concepción de la literatura como “palimpsesto” y los principios teóricos del psicoanálisis acerca de un sujeto atravesado por la falta constitutiva que es la falta en el lenguaje, son los hilos guiadores de la lectura de los textos borgeanos que llevan adelante Liliana Bellone y Antonio Ramón Gutiérrez. La cuestión del “otro”, el semejante, la dimensión imaginaria o especular, en articulación con el “Otro” de la cultura, el “Otro” simbólico, aparece como constitutiva en la ficción y la poesía de Jorge Luis Borges. Escritura realizada sobre la red de los textos universales, la escritura del maestro argentino propone distintas aristas que permiten un itinerario posible en su obra: la novela, lo femenino y la relación con la política.
Durante más de dos décadas, Wolfang Kaleck ha viajado por el mundo para luchar junto a quienes sufren la injusticia a manos de jugadores poderosos, personas que, antes de la llegada de Kaleck y sus colegas, a menudo disfrutaban de la impunidad.
El trabajo de Kaleck lo ha llevado a Buenos Aires, a apoyar a las madres de los jóvenes 'desaparecidos' bajo la dictadura militar argentina; a las comunidades sirias exiliadas, donde instrumentó el caso contra la tortura ordenada por los altos mandos del gobierno de Assad; a Centroamérica, donde colaboró con quienes persiguen a los militares guatemaltecos por sus masacres de indígenas; a Nueva York, para asociarse con el Centro de Derechos Constitucionales para emprender acciones contra Donald Rumsfeld por las "técnicas de interrogatorio mejoradas" que autorizó después del 11 de septiembre; y a Moscú, donde representa a Edward Snowden.
Al relatar su participación en tales casos, Kaleck le da plena voz a aquellos a quienes representa, enfatizando el coraje y la persistencia que aportan a la búsqueda global de justicia. El resultado es un libro repleto de historias convincentes y vívidas que subrayan la idea de que, si bien el mundo suele ser un lugar terrible, las normas universales de derechos humanos pueden prevalecer cuando las personas están dispuestas a luchar por ellas.