Las tribus indígenas de Norteamérica se caracterizaron por vivir en armonía con su entorno, pero sus valores, costumbres y creencias chocaron con la ambición del «hombre blanco». La injusticia de su historia se ha transmitido a través de la palabra, como muestran los discursos que recogemos aquí.
En un itinerario que comienza a principios del siglo XIX, oímos a Casaca Roja rechazar la religión impuesta y al famoso jefe Seattle pronunciar el texto que fue para muchos el primer gran altavoz en defensa de la Naturaleza.
Escuchamos al jefe Joseph lamentar la pérdida de su gente y a la joven Ruth Muskrat reivindicar su cultura. Dado el momento actual, en el que se impone un cambio de paradigma, estos textos cargados de sabiduría se convierten en referentes necesarios para cambiar nuestra relación con el entorno.
Santa Catalina de Alejandría e Hipatia de Alejandría fueron dos portentos de sabiduría, valentía y lucidez, que desafiaron el orden establecido esgrimiendo su convicción de que salvaguardar la razón, la libertad y la justicia es necesario para que cualquier civilización sea digna de llamarse así. La primera es emblema de fe y virtud; la segunda, de erudición científica y filosófica. Ambas figuras son una sola en las tradiciones cristiana y pagana, y comparten el mismo fatídico destino: fueron asesinadas a causa de la intolerancia religiosa.
En un recorrido apasionante y muy personal, Ana Rossetti reflexiona sobre las vocaciones y principios de estas dos mujeres, y entreteje sus vivencias con el devenir histórico de la primera gran ciudad cosmopolita y el declive de su esplendor. La autora abunda en las entretelas de la escena sociopolítica de la época y en sus personajes más relevantes, aportando así una perspectiva reveladora, de profundo calado espiritual, que nos permite comprender mejor la deriva de las célebres alejandrinas hacia su trágico final. Somos un cuerpo herido es un ensayo amplio y riguroso, a la vez que reivindicativo, con el que la autora constata, una vez más, su formidable capacidad para entrelazar erudición y narrativa.
La novela del hombre que robó los sueños de una nación.
Nicaragua, 1979
Tras el triunfo del frente sandinista, en un restaurante en Managua ubicado en la recién nacida plaza de la Revolución, tres guerrilleros recuerdan con entusiasmo aquel glorioso 19 de julio y los gritos de júbilo de la muchedumbre al celebrar el derrocamiento de la dictadura.
Sin embargo, no pueden darse por satisfechos mientras Anastasio Somoza Debayle esté «feliz de la vida en su exilio» en Asunción, así que deciden infiltrarse en Paraguay y estudiar todos sus movimientos hasta dar con una oportunidad para acabar con él…
Unos meses antes, una niña de once años se enfrenta a la confusión de tiempos convulsos: las balaceras llenan de muerte las calles de Managua y una aversión generalizada contra Somoza se respira dentro y fuera de las fronteras, en particular en México. La guerra ha llegado.
Ella es muy pequeña para entender tanto odio, pero lo que más le duele es ver cómo todo a su alrededor se desmorona. El hombre que para ella y su hermana era como un tío, que en las fiestas de la familia se dejaba ver con esa mirada franca y siempre sonriente es ahora, para su sorpresa, llamado dictador: el enemigo de toda una nación.
A partir de poderosos y conmovedores recuerdos, Ligia Urroz reconstruye el testimonio de una niña exiliada por la guerra. Una novela íntima y valiente que le da un rostro —como no se ha visto en la literatura— a uno de los hombres más odiados en la historia reciente de Nicaragua.