En una casa destartalada de la nueva capital del reino, Madrid, Luzia Cotado usa magia para sobrellevar sus interminables días trabajando como sirvienta en la cocina. Pero cuando su señora descubre la habilidad secreta de Luzia para conseguir pequeños milagros, le exige que use ese don para mejorar la posición social de la familia. Lo que comienza siendo un simple entretenimiento para la aburrida nobleza se vuelve peligroso cuando Luzia atrae la atención de Antonio Pérez, el secretario del rey de España. Tras la derrota de su armada, el rey está desesperado por conseguir alguna ventaja en la guerra contra la reina de Inglaterra. Y Antonio, cuya reputación ha sufrido un tremendo revés, no se detendrá ante nada para recuperar el favor del rey. Decidida a aprovechar esta oportunidad para mejorar su vida, Luzia se sumerge en un mundo de videntes y alquimistas, de hombres santos y estafadores, donde la línea entre la magia, la ciencia y el fraude nunca está clara. Pero a medida que su fama crece, también aumenta el riesgo de que su sangre judía la condene a la ira de la Inquisición. Para sobrevivir deberá hacer lo impensable: valerse de la ayuda de Guillén Santángel, un familiar inmortal un poco amargado que guarda secretos que podrían resultar letales para ambos.
Cuando alguien ataca a la anciana adivina que ha acampado en los terrenos de Buckshaw, Flavia recurrirá a sus dotes de investigación para descubrir al asaltante. Pero todo se complica cuando otra muerte sacude la tranquilidad del pequeño pueblo de Flavia, en el que, a pesar de la insoportable convivencia con sus dos extremadamente molestas hermanas mayores, ella sigue demostrando que no necesita una bola de cristal para descubrir al asesino.
Cuando su madre muere en un terrible accidente de tráfico, la vida de Abby cambia por completo. Acogida por un hombre misterioso que dice ser su padre, se instala en el pueblo de Lostwick, en el sur de Maine, y cree haber encontrado la vida que tanto había deseado: ahora tiene amigos, familia y un lugar al que pertenecer.
Pero este nuevo mundo quizá no es tan idílico como Abby cree. Hay algo en quienes la rodean que le hace desconfiar, la atormentan terribles pesadillas y esa sensación de sentirse observada amenaza con volverla loca. El peligro está aterradoramente cerca y acecha como la sombra de un cuervo en la oscuridad.
¿Cuál es el mejor lugar para trazar un plan de espionaje?
El malhumorado Xiant Silver no tiene nada en común con la impulsiva Preswen Ellis.
O tal vez sí.
Cuando se quedan atascados en el elevador del lujoso edificio Obsidiana, una rápida enemistad se forma entre ellos. Sin embargo, esa extraña coincidencia los obliga a trabajar en equipo para resolver un misterio que podría cambiar la vida de ambos para siempre.
Si quieren tener éxito, deberán aprender a lidiar con sus diferencias y, en ese camino, quizás descubran que muchas veces aquello que rechazamos es exactamente lo que mejor nos complementa.
Una intriga en la que confluyen los géneros de novela policíaca y gótica. Todo comienza cuando el joven Max se despierta en una casa en ruinas; su cuerpo está cruzado por enormes cicatrices que evidencian que ha sido atendido por un cirujano, pero él no recuerda nada. Nora estudia Medicina en la ciudad alemana de Ingolstadt y esa misma noche de Carnaval conoce a Max cuando ambos salvan a una niña de morir ahogada en el Danubio. La atracción es inmediata.
CADA VEZ QUE SE USA EL AMULETO DEL TIEMPO, EL RESTO DEL MUNDO SUFRE.
Nathan Tabiz aprendió esa lección hace muchos años, igual que aprendió que el mundo más allá de las murallas del Sacro Reino de Daiva es peligroso y está lleno de demonios. Aprendió, también, que el poder del tiempo es codiciado y perseguido y que el deber de los celestiales es protegerlo.
Por eso, cuando heredó el Amuleto, ya sabía que jamás debía usarlo. Lleva toda la vida jurando que no lo hará: lo juró cuando su madre lo dejó en sus manos, se lo ha jurado mil veces al dios al que sirve, se lo ha jurado otras mil a sus amigos.
Sin embargo, nunca le ha dicho a nadie todas las veces que ha querido romper su palabra:
Cuando su madre murió.
Cuando le nombraron Portador.
Cuando dio su primer beso.
Sí, Nathan Tabiz sabe que no debe usar el Amuleto.
Lo que no sabe es que la persona de la que se ha enamorado morirá en tres días.