Si examinamos con atención y sin prejuicios la vida diaria de muchos niños, nos podemos llevar una desagradable sorpresa: presiones para ser los mejores, sobrecarga de actividades extraescolares, competitividad constante& x02026; A lo mejor, esa no es la vida que necesitan, ni quieren tener una agenda tan apretada como la de un adulto. Este libro está lejos de ser una guía con normas y preceptos para ser los mejores padres y maestros. Al contrario, propone un cambio de perspectiva sobre la educación de los niños para calmar el nerviosismo que les rodea y para que puedan disfrutar de una infancia digna de ser llamada así.
Ama tu caos. Ama tu diferencia. Ama lo que te hace único.
Lo más difícil en este mundo es amar tu caos, amar tu diferencia, amar lo que te hace único.
Si lo logras, aún te faltará lo más complicado: amar tu caos a pesar del roce de la vida. Y es que el roce de la vida puede hacerte olvidar quién eres y por qué eres así.
La nueva novela de Albert Espinosa huele a caos, a roce de la vida, a felicidad. Todo ello con mucho humor, al ritmo de cuatro bailes y con unos personajes que están perdidos en este Mundo pero desean encontrar su Universo. ¿Estás dispuesto a amar tu caos a pesar del roce de la vida?
¿Qué harías si quien crees que es el amor de tu vida te abandona unos días antes de iros de viaje al lugar más romántico y bonito que puedas imaginarte?
A través de la historia de alguien que tiene que sanar y empezar de cero después del mayor golpe de su vida, la autora muestra todas las etapas del proceso de duelo tras una ruptura, analiza cada una de las fases por las que uno transita y te da los conocimientos y las herramientas necesarias para fluir, encontrar la luz tras la tormenta y descubrir que el fin del amor debe ser el principio de una nueva relación contigo.
La psicóloga Silvia Congost construye un libro singular y delicioso que mezcla la ficción con sus enseñanzas y reflexiones para ayudarnos a entender que el amor muchas veces acaba y que, aunque esto sea algo para lo que nadie nos prepara, sin duda lo deberíamos normalizar.