Cuando escribí la primera edición de este libro tenía muy poco conocimiento acerca de la misión que le corresponde desempeñar a los Ángeles Celestiales con todos los seres humanos. Recuerdo que en cada experiencia positiva usaba deliberadamente la palabra “Ángel”, pero sin una conciencia clara del significado tan profundo que tiene esta palabra. Para explicarme mejor expondré un ejemplo sencillo. Cuando algo se me resolvía rápida y fácilmente a través de la ayuda de otra persona, yo decía: “Gracias a un Ángel que me ayudó”. De esta manera, cada vez que necesitaba “una mano amiga” decía: “Dios mío, por favor, mándame un Ángel, necesito encontrar un Ángel en este lugar”.
Otras veces perdía algo y de igual manera decía: “Necesito un Ángel que me ayude a encontrar lo que he perdido”. Así, sucesivamente, la palabra Ángel fue ocupando gran parte de mi diario vivir. Igualmente, si trataba a una persona buena, pensaba: “Esa persona es un Ángel o tiene algo de Ángel”. Poco a poco comencé a interesarme más seriamente en los Ángeles.
¿Por qué los adolescentes se acuestan tan tarde? ¿Es normal que nos lo cuestionen todo? ¿Sabías que están más indefensos que los adultos frente al estrés y tienen más tendencia a la ansiedad o la ira? ¿Por qué en su habitación reina el desorden?
Los adolescentes son diferentes porque también lo es su cerebro: más fuerte y, al mismo tiempo, más vulnerable que en cualquier otra etapa de la vida. Los adolescentes se comportan como adolescentes porque eso es lo que son y lo que tienen que hacer.
La adolescencia es época de cambio, de renovación y de crecimiento para el cerebro. Con el fin de abandonar los comportamientos típicos de la infancia y adquirir conductas propias de los adultos, el cerebro madura, hace nuevas conexiones y elimina otras. Es una época de cierto caos, pero también emocionante, de descubrimiento y renacimiento.
APRENDE A PONER LÍMITES CON RESPETO, AMOR Y FIRMEZA "Afrontar los problemas de disciplina" es un manual ideal para gestionar esos momentos del día o de la semana en que nuestros hijos se muestran excesivamente exigentes y difíciles. Y es que las demandas (muchas veces) poco razonables de un niño pueden desgastar o incluso terminar con la paciencia del más sufrido de los padres. Criar a nuestros hijos en la sociedad actual es muy diferente a cómo era hacerlo en la época de nuestros padres. Y está claro que las viejas reglas, por obsoletas, ya no funcionan en la actualidad. Pero muchas madres y padres no tienen herramientas para abordar ciertas conductas de sus hijos, de modo que cuando se producen comportamientos reprobables, automáticamente activan mecanismos de corrección propios de otras épocas. Sin embargo, la línea entre aplicar disciplina a la antigua usanza y el abuso es muy delgada, y cruzarla es un riesgo que debemos evitar a toda costa. Entonces, ¿qué debemos hacer?, ¿cómo hay que actuar ante ciertas conductas difíciles o disruptivas? "Afrontar los problemas de disciplina" ofrece consejos sensatos sobre cómo gestionar las rabietas, cómo reconducir a los niños que mienten, o cómo abordar las peleas y la agresividad. En todos los casos, se ofrecen estrategias de disciplina efectiva que puedes utilizar en casa.