Deja de tratarte como el culo es el libro que tu salud mental quiere que leas para que empieces a valorarte de una vez y a cuidarte como te mereces.
¿Te imaginas cómo sería tu vida si pudieras ver las cosas desde otra perspectiva? ¿Si aprendieras a detectar manipulaciones y protegerte de ellas? ¿Y si tuvieras los recursos necesarios para enfrentarte a lo que te da miedo? Igual tu día a día sería un poco más fácil, ¿no?
Todas las personas del planeta, de una forma u otra, buscan la felicidad. Pero ¿acaso no parece que cuanto más buscamos la felicidad, más escurridiza y fuera de nuestro alcance se vuelve? Hay una solución fácil, oculta a primera vista: la diversión.
¿Y por qué la diversión? Si la felicidad es un espejismo, la diversión es el oasis en tu jardín. Mientras que la felicidad es un estado mental y una reacción a tus circunstancias, la diversión es una acción que puedes realizar aquí y ahora, prácticamente en cualquier momento y lugar. Diversos estudios han demostrado que la diversión ayuda en gran medida a nuestro bienestar físico y psicológico, y aun así está casi ausente en nuestra vida adulta actual. Si eres un triunfador frustrado que intenta encontrar un mejor equilibrio, alguien que busca alivio de los abrumadores retos de la vida actual o simplemente una persona cansada de las obligaciones, es hora de que accedas a la mejor medicina disponible. Este libro está aquí para ayudarte a aprovechar los beneficios de la diversión.
Un testimonio inspirador, luminoso y gamberro para aprender a amarnos tal y como somos.
¡Únete al flow!
"Este no es el típico libro del chico con discapacidad que rompe barreras y demuestra al mundo que puede con todo. Historias como esa hay millones, y sí, algunas son realmente inspiradoras. Sin embargo, para mí, la mayoría son solo borradores: llenas de ideas brillantes, pero con mucho espacio para profundizar.
No me malinterpretes, no voy a ignorar la superación personal, es que no espero que al terminar me veas como un heroe y grites: '¡Que crack! ¡Lucha por tus sueños! ¡Campeón!'.
Durante buena parte de mi vida me sentí aislado, como si existiera un abismo entre el mundo y yo. Me quejaba de que la sociedad no me aceptaba, hasta que un día me di cuenta de que el que no se aceptaba era yo. Con el tiempo, comprendí algo: lo que me limitaba no era mi discapacidad, sino el miedo. Miedo a quedarme solo en el colegio, miedo a decepcionar a mis padres, miedo al rechazo. Llegue a denominar el miedo como 'la verdadera discapacidad del ser humano', y me di cuenta de que yo no era tan especial, porque esos miedos los tenemos todos.
Y es que por fuera parecemos todos muy distintos, pero por dentro somos prácticamente iguales.