La ansiedad afecta a millones de personas en todo el mundo, un número que sigue en aumento. Mientras que la medicina convencional tiende a ver la ansiedad como un problema vinculado a la química cerebral y la psicología, la verdad es que sus orígenes están enraizados en el cuerpo.
En La anatomía de la ansiedad, la psiquiatra Ellen Vora nos ofrece un cambio de paradigma en nuestra comprensión de la salud mental y sugiere que la ansiedad no es simplemente un trastorno cerebral sino una afección de todo el cuerpo. En su trabajo clínico, la Dra. Vora ha descubierto que los síntomas de la ansiedad a menudo se pueden atribuir a desequilibrios en el cuerpo. La incomodidad emocional y física que experimentamos (insomnio, confusión mental, dolor de estómago, nerviosismo) es el resultado de la respuesta del cuerpo al estrés.
La buena noticia es que esta ansiedad relacionada con el cuerpo o, como la llama la Dra. Vora, la «ansiedad falsa», se trata fácilmente. Una vez que se abordan las necesidades del cuerpo, cualquier síntoma restante se reformula como una súplica urgente desde adentro. Esta, la «ansiedad real», es una señal de que hay algo más en desequilibrio en nuestras vidas, en nuestras relaciones, en el mundo.
Imagínate que pudieses elaborar un manual de cómo quieres ser y de cómo quieres que sea tu relación con los demás. ¿Qué pedirías?
Cuando te enfadas o sientes emociones que te dificultan actuar racionalmente, reaccionas de manera impulsiva: pierdes los papeles, tomas malas decisiones o dices cosas de las que luego te arrepientes.
Sin embargo, a veces hay que parar y preguntarse: «¿Qué haría ahora la persona que quiero ser?».
Intentar comportarte acorde con tus valores es una forma de amor propio, pero para conseguirlo es imprescindible conocerte, saber quién quieres ser y actuar de forma consciente.
Al fin y al cabo, la persona que mejor te tiene que caer en este mundo eres tú.
Sobre la base de su teoría revolucionaria de que los orígenes de la Gran Esfinge de Egipto se remontan mucho más allá del 2500 a.C., el geólogo Robert Schoch analiza la evidencia científica de una civilización avanzada anterior al antiguo Egipto, Sumeria y Grecia, así como la catástrofe que destruyó la alta cultura temprana hace casi 12.000 años y lo que su legado puede enseñarnos sobre nuestro propio futuro.