En una cultura obsesionada con la juventud y empeñada en evitar a toda costa la vejez, en la época de la Viagra y de la cirugía estética, este libro se atreve a plantear la pregunta casi olvidada: ¿qué beneficios nos reportaría aceptar el proceso de envejecimiento como algo natural en lugar de intentar aferramos a la juventud y sus placeres? Osho nos sitúa ante las raíces del significado de crecer, que no es lo mismo que hacernos viejos, y nos recuerda los beneficios que solo esa maduración de nuestra existencia nos puede aportar, tanto en la relación con los demás como en la realización de nuestro destino individual. Señala los diez ciclos principales de crecimiento en la vida humana, desde el universo del niño, centrado en sí mismo, hasta la solidez de la sabiduría y la comprensión de la vejez, para mostrar que la sucesión de las distintas etapas no significa simplemente decadencia.
Este compendio de preguntas y respuestas capta toda la esencia del mensaje de Osho y lo resume en una única y rotunda frase: «la totalidad de mi enseñanza se sintetiza en dos únicas palabras: meditación y amor.» En este nuevo libro cargado de humor, Osho explora e introduce su particular visión de un nuevo hombre que encarna toda la sabiduría de esta lección: Zorba el Buda. A través de esta singular identidad, Osho logra aproximar la frescura de Zorba el Griego y la paz silenciosa de Buda, y así el Zorba terrenal y el etéreo Buda se funden para convertirse en un silencio que puede cantar y bailar.
¿Le resulta difícil negarse a una petición aunque no la considere razonable?
¿Se le hace prácticamente imposible enfrentarse a personas que «siente» superiores a usted? ¿Le cuesta mucho afirmar sus derechos o establecer relaciones? Los autores, desde la premisa de que más importante que cuestionar el porqué de tales actitudes es abordar la forma de transformarlas, proponen una técnica de base conductista cuya eficacia ha sido ampliamente demostrada por ellos mismos. La denominan Aprendizaje Asertivo (AA), y en líneas generales consiste en habituarse a afirmar, con serenidad pero con decisión, las propias exigencias vitales.