Este libro contiene una selección de respuestas a preguntas que se formulan habitualmente los hombres de las más diversas edades y procedencias. Osho define al hombre a través de diferentes estereotipos: desde el Adán, el esclavo, el hijo, el homosexual, el marido, el político, el sacerdote, etcétera. A través de veintinueve capítulos, aporta nuevas ¡deas para convertir toda la carga negativa que normalmente ha conllevado el ser hombre en aspectos positivos.Toda la sabiduría de Osho, además de sus anécdotas, chistes y técnicas de meditación, sirven en este libro para que los hombres se descubran a sí mismos y también para que las mujeres entiendan las cualidades positivas que puede tener la masculinidad.
En una cultura obsesionada con la juventud y empeñada en evitar a toda costa la vejez, en la época de la Viagra y de la cirugía estética, este libro se atreve a plantear la pregunta casi olvidada: ¿qué beneficios nos reportaría aceptar el proceso de envejecimiento como algo natural en lugar de intentar aferramos a la juventud y sus placeres? Osho nos sitúa ante las raíces del significado de crecer, que no es lo mismo que hacernos viejos, y nos recuerda los beneficios que solo esa maduración de nuestra existencia nos puede aportar, tanto en la relación con los demás como en la realización de nuestro destino individual. Señala los diez ciclos principales de crecimiento en la vida humana, desde el universo del niño, centrado en sí mismo, hasta la solidez de la sabiduría y la comprensión de la vejez, para mostrar que la sucesión de las distintas etapas no significa simplemente decadencia.
Este compendio de preguntas y respuestas capta toda la esencia del mensaje de Osho y lo resume en una única y rotunda frase: «la totalidad de mi enseñanza se sintetiza en dos únicas palabras: meditación y amor.» En este nuevo libro cargado de humor, Osho explora e introduce su particular visión de un nuevo hombre que encarna toda la sabiduría de esta lección: Zorba el Buda. A través de esta singular identidad, Osho logra aproximar la frescura de Zorba el Griego y la paz silenciosa de Buda, y así el Zorba terrenal y el etéreo Buda se funden para convertirse en un silencio que puede cantar y bailar.