El Dao de Jing o Libro del Tao, que compila los versos del filósofo chino Lao Zi, es una de las obras cumbre de la sabiduría oriental. Wayne W. Dyer se propone aquí hacer más accesibles las enseñanzas ancestrales del taoísmo a fin de que podamos aplicarlas a nuestra vida cotidiana: es una nueva manera de pensar en un mundo que necesita recuperar sus aprendizajes más antiguos. Para ello, el autor ha preparado una práctica edición, en la que confronta los textos originales de Lao Zi con su interpretación en el lenguaje claro y directo que caracteriza sus obras. Trabajando cada día con los versos del Tao y las afirmaciones de Wayne W. Dyer podremos llegar a conocer la verdad que se esconde en la siguiente observación: «Cuando cambias la manera de mirar las cosas, cambian las cosas que miras».
La vida es inseguridad. Cada nueva situación nos lleva a una inseguridad progresivamente más profunda. Es un juego en el que nadie sabe cuál será el siguiente paso. ¡En esto radica la belleza de la existencia! Si fuera predecible, no valdría la pena vivir la vida; si todo fuera tal y como deseáramos que fuese y no hubiese lugar para la incertidumbre, no seríamos seres humanos sino máquinas, ya que solo para ellas todo es seguro y cierto.
El hombre vive en libertad. La libertad necesita inseguridad e incertidumbre.
Tiene en sus manos una herramienta poderosa para ayudarle a recuperar lo que ha perdido. La fe ve lo invisible, cree lo increíble y alcanza lo imposible. Nehemías vio un problema. Lloró, analizó, planificó y actuó. No se quedó sólo lamentándose por lo perdido; de eso encontró fuerzas para hacer algo por reconstruir de nuevo. No sólo organizó a todo un pueblo, no sólo reconstruyó los muros caídos que protegían la ciudad, también reconstruyó la ciudad y le devolvió la fe a la gente. Muros caídos que dejan a la gente vulnerable e indefensa ante tantos ataques. ¿Cómo lo logró? La generación de este tiempo necesita aprender de Nehemías, un restaurador de esperanzas. Somos soldados perdidos en acción. Nos buscan. Nos buscan desesperadamente y lo que encuentran, muchas veces, da dolor y vergüenza. Nuestra ausencia, física y emocional ha dejado a nuestras familias confundidas, llenas de amargura, dolor e inseguridad. La gente que amamos se la pasan preguntándose todo el tiempo ¿qué fue lo que hice para que me haya dejado solo o sola? La verdadera hombría y la verdadera femeneidad deben regresar. Debemos colocamos de nuevo en nuestro lugar para lograr levantar nuestros muros caídos, volver a ser y productivos, volver a ser eficientes, volver a ser creativos y recuperar lo que hemos perdido.