¿Por qué en el colegio las chicas creen que no han estudiado lo suficiente y en cambio los chicos piensan que «el examen era muy difícil»? ¿Por qué la mayoría de las mujeres sienten que son un fraude en su trabajo y que sus éxitos son solo fruto de la buena suerte?
Esto es lo que se conoce como el síndrome de la impostora: un problema de falta de autoestima y confianza para desarrollar puestos en espacios tradicionalmente masculinos, algo que sigue afectando a muchas mujeres que, para compensar ese sentimiento de culpa, acaban soportando un exceso de presión y de carga de trabajo.
Quítate la venda de los ojos.
Cuestiona tu sistema de creencias.
Abraza el cambio y la transformación.
Sé valiente y atrévete a vivir tu propia vida.
En general llevamos una existencia de segunda mano, artificial y prefabricada. Lo cierto es que estamos completamente perdidos en el arte de vivir. No sabemos quiénes somos ni para qué vivimos. Ni tampoco cómo sentirnos verdaderamente felices. Dado que no contamos con ninguna brújula interior, simplemente nos dedicamos a seguir el camino trillado por el que circula la mayoría. Estudiamos. Trabajamos. Consumimos. Y nos entretenemos, volviéndonos adictos a todo tipo de parches para tapar nuestro vacío.
Sin embargo, tarde o temprano nos adentramos en una profunda crisis existencial, experimentando una saturación de sufrimiento. Es entonces cuando hacemos algo revolucionario: iniciar un proceso de autoconocimiento, cuestionando las creencias con las que fuimos condicionados por la sociedad. A su vez, nos liberamos de todas las cadenas mentales que nos mantenían presos. Y como consecuencia, nos atrevemos a seguir nuestro propio camino en la vida, honrando nuestra singularidad como seres humanos.
Cada vez que te encuentres del lado de la mayoría es tiempo de hacer una pausa y reflexionar.
Convencidos de que la felicidad radica en lo extraordinario, aspiramos siempre a algo más. Una casa más grande. Una talla menos. Una profesión más interesante. Una relación más arrebatadora. Lejos de aportarnos felicidad, ese constante anhelo de cotas más altas nos sume en la tristeza y la ansiedad. ¿La respuesta? Descubrir el encanto de las cosas normales. La escritora Catherine Gray era toda una experta en el arte de detectar las carencias de cualquier situación hasta que el demonio de la depresión la llevó a replanteárselo todo. Entrelazando su potente historia personal con los últimos hallazgos en neurociencia y psicología, nos revela por qué el cerebro está programado para enfocarse en lo negativo y cómo revertir esta tendencia gracias a la magia de la neuroplasticidad. Por el camino desmonta unos cuantos mitos, como esa creencia de que el dinero o la popularidad dan la felicidad, y comparte sus estrategias para sentirse a gusto con la propia existencia sin necesidad de brillar en todo momento. Un libro aplaudido por la crítica, rebosante de ideas sencillas y viables con un gran potencial para transformar la vida.