Un hombre conduce sin un rumbo en mente, hasta que su coche queda atascado al final de una pista forestal. Es una tarde de finales de otoño, ya casi no hay luz y comienza a nevar. En lugar de volver caminando hacia atrás en busca de ayuda o quedarse en el coche, de forma imprudente y sin saber muy bien por qué, el hombre decide adentrarse en el bosque. Inevitablemente, se pierde, y la noche sigue avanzando. Cuando el agotamiento y el frío empiezan a vencerlo, vislumbra un extraño resplandor en medio de la oscuridad.
Blancura es la última novela de Jon Fosse. El autor galardonado con el Nobel arrastra al lector en una narración enigmática, inquietante e hipnótica: una lectura tan breve como intensa.
Entre los malditos reunidos en Raros como yo encontramos escritores que fueron aplaudidos en vida para después caer en el olvido, como Concha Espina; otros despreciados en vida que después han sido rescatados, como Felisberto Hernández; y hallamos también a quienes fueron malditos en vida y aun hoy lo siguen siendo, confinados en las mazmorras donde se encierran las voces que desentonan del coro oficialista. Destaca entre estos últimos el argentino Leonardo Castellani, a quien Prada denomina rubenianamente «padre y maestro mágico que cambió radicalmente mi percepción del oficio literario» y dedica páginas muy hondas y reveladoras. Cierra el volumen un balcón ofrecido a las «rosas de Cataluña», un puñado de escritoras –casi todas ellas de la misma generación– que el autor descubrió fascinado mientras estudiaba la literatura catalana de la Edad de Plata.
Wade Whitehouse es un protagonista insospechado para una tragedia. Divorciado, bebedor y cada día más frustrado, no desentona entre los escasos vecinos de Lawford, el pequeño pueblo de New Hampshire del que su hermano Rolfe huyó en cuanto pudo. Wade malvive compatibilizando su trabajo de policía local con el de pocero y con prácticamente cualquier servicio que le demande Gordon LaRiviere, uno de los hombres más poderosos de la zona. A pesar de su complicada vida, Wade pone todo su empeño en mejorar la relación con su hija, maltrecha desde el divorcio; y es que nada le importa tanto como convertirse en un buen padre. Cuando llega noviembre y se inaugura la temporada de caza, un incidente en la montaña desencadena los acontecimientos que llevarán a Wade a huir lejos del pueblo, dejando tras de sí un estremecedor rastro de violencia. Aflicción es la cumbre narrativa de Russell Banks, una novela en la que el noir, el wéstern crepuscular y el drama se dan la mano para narrar el hundimiento de un hombre corriente, atrapado en una vida fallida desde la infancia. Una historia desgarradora, narrada con pulso trepidan
«[...] Nunca había estado Ursúa en mejores condiciones para emprender una aventura, más vigoroso, más dueño de su voluntad y de su lenguaje, y nunca, sin embargo, empezó a sentirse tan lejos del deseo de viajar, de iniciar campañas guerreras, de cabalgar persiguiendo sueños tras las montañas. [...] Cuando ya se sentía a las puertas del tesoro soñado por años, un tesoro más inmediato y deleitable lo había envuelto en sus redes, y si estuviera todavía a su lado Juan de Castellanos, tal vez el poeta habría dicho que la guerra y el amor se estaban disputando el corazón de Ursúa, y que siendo divinidades igualmente poderosas, era comprensible que el resultado fuera una invencible inmovilidad.»
«Era el año del Señor de 1989. La gente oía hablar de guerras y de revueltas, pero no se asustaban, pues esas cosas tenían que suceder.» El ala derecha es el volumen que cierra la monumental trilogía «Cegador». Estamos en 1989 («el último año del hombre en la Tierra», y también el año de la Revolución). La aciaga dictadura de Ceaușescu experimenta sus últimos estertores. En los circos del hambre, largas colas de mujeres esperan la comida que no llega, vigiladas de cerca por los agentes de la Securitate. Bucarest es un mausoleo, una ciudad de muertos y de noche, de ruinas y de miseria. El joven Mircea se debate entre la realidad punzante y las visiones alucinadas de un lugar que se asoma al fin del mundo, embarcado en una disección salvaje y mística de la primera infancia, en un viaje onírico por el laberinto de la genealogía familiar, en el que todo converge y todo acaba, en una plenitud tan fugaz como el latido de las alas de una mariposa.