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RONDAS DE LA NIÑA MALA

En este libro crudo y tierno, entre la emoción y la dureza, los recuerdos se ligan a los ritmos de las rondas infantiles. Llega el momento en la vida en que los juegos y cantos pierden su inocencia. Una muchacha educada, pero también traviesa, que toca el piano, practica esgrima y se pelea con su hermana, transita la traumática experiencia que separa la niñez de la adolescencia. El despertar del cuerpo y el encanto por lo prohibido pautan las rondas de una niña que se quiere comer y «amanecer al mundo / desflorada a besos». La Biblioteca Elena Poniatowska reúne la obra narrativa, ensayística y periodística de la autora que ha explorado con maestría el género que ha tenido enfrente. En Rondas de la niña mala la poesía evoca los fogosos años de la juventud y el descubrimiento de la sensualidad y sus delirios.
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SALONES PARISINOS Y EL CASO LEMOINE

Marcel Proust escribe con una diferencia de cinco años, de tres si nos atenemos a la fecha del último "salón" publicado (1905) y el primer "pastiche" (1908), estos dos conjuntos de textos presididos por una idea absolutamente distinta. Si los Salones pertenecen al mundo en que se ha movido la primera juventud del autor y en el que ha nacido su primer libro, Los placeres y los días (1896), en El caso Lemoine se trata de una gimnasia del oficio de la escritura, de un ejercicio de análisis de estilos ajenos a traves de un caso de crónica de sucesos: la estafa de un tal Lemoine a la más alta compañía de diamantes del mundo. En los Salones encontramos un Proust alabancero, que reseña, bajo pseudónimo y en Le Figaro, actos sociales de ese mundo aristocrático con el que más tarde saldaría cuentas críticas en distintos volúmenes de A la busca del tiempo perdido, su obra capital (en 'La parte de Guermantes' y 'Sodoma y Gomorra' sobre todo, y tan acerbas como en el viscontiniano "Baile de las Cabezas" de 'El tiempo recobrado').
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SE BUSCA UNA MUJER (CM)

En este libro ambientado en Los Ángeles se nota la continua presencia de la gran urbe en toda la escritura de Charles Bukowski, ciudad infernal, a pesar de estar situada en medio del paraíso californiano, sueño de todo pobre ciudadano USA, con sus naranjas, su sol y su vino, vino del que Bukowski da buena cuenta toda su vida, como el whisky, como la cerveza, que habrán de ser, inevitablemente, su fuente de inspiración. Bukowski toma una actitud de ermitaño loco, de lucidez exasperada, de humorista borracho en la barra de un bar solitario. Se ríe de todo, trata de ganar algo de dinero para un trago o una puta sin trabajar mucho, frecuenta otras ratas urbanas enloquecidas, odia a la humanidad, se encierra en su habitación y se entretiene en contarnos las historias que le ocurren o se le ocurren.
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SEDA (COMPACTO)

Alessandro Baricco presentaba la edición italiana de Seda, que tuvo un éxito extraordinario en su país, con estas palabras: Ésta no es una no­vela. Ni siquiera es un cuento. Ésta es una historia. Empieza con un hombre que atraviesa el mundo, y acaba con un lago que permanece inmóvil, en una jornada de viento. El hombre se llama Hervé Joncour. El lago, no se sabe. Se podría decir que es una historia de amor. Pero si solamente fuera eso, no habría valido la pena contarla. En ella están entremezclados deseos, y dolores, que se sabe muy bien lo que son pero que no tienen un nombre exacto que los designe.Y, en todo caso, ese nombre no es amor. (Esto es algo muy antiguo. Cuando no se tie­ne un nombre para decir las cosas, entonces se utilizan historias. Así funciona. Desde hace siglos.) Todas las historias tienen una música propia. Ésta tiene una música blanca. Es importante decirlo porque la música blanca es una música extraña, a veces te desconcierta: se ejecuta suavemente y se baila len­tamente. Cuando la ejecutan bien es como oír el silencio y a los que la bailan estupendamente se les mira y parecen inmóviles. La música blanca es algo rematadamente dificil. No hay mucho más que añadir. Quizá lo mejor sea aclarar que se tra­ta de una historia decimonónica: lo justo para que nadie se espere aviones, lavadoras o psicoanalistas. No los hay. Quizá en otra ocasión. «Es una historia misteriosa, lacónica, perfecta» (Mario Vargas Llosa). «No paro de recomendar Seda» O, Martí Gómez, La Vanguardia). Alessandro Baricco (Turín, 1958) es autor de, además de numerosos ensayos y artículos, las novelas Tierras de cristal (Premio Selezione Campiello y Prix Mé­dicis Étranger), Océano mar (Premio Viareggio), Sedo, City, Sin sangre, Esta histo­ria y Emaús, publicadas en esta editorial, al igual que el monólogo teatral No­vecento, los ensayos de Next (Sobre fa globafización y el mundo que viene) y Los bárbaros (Ensayo sobre la mutación), y la majestuosa reescritura de Homero, Hilía­da. Dirige el taller de literatura Holden, que fundó en 1994 en Turín. Amplia­mente reconocido en el ámbito italiano e internacional, está considerado uno de los grandes escritores de su generación.
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SEÑALADO POR LA MUERTE

El episodio final de la saga Trainspotting. Irvine Welsh se despide a lo grande de los icónicos Renton, Begbie, Sick Boy y Spud. Estamos en 2015 y los destinos de Renton, Begbie, Sick Boy y Spud vuelven a cruzarse. Es decir: tenemos de nuevo reunido al cuarteto protagonista de Trainspotting en lo que el autor ha anunciado como «el Grand Finale de la saga». Renton es ahora un exitoso representante de DJs que viaja por todo el mundo y se topa en un vuelo transatlántico con Begbie, reconvertido en artista de éxito, hombre casado y padre de familia. A los otros dos no les ha ido tan bien en la vida: Sick Boy sigue en lo del negocio de explotación del cuerpo femenino y Spud es una suerte de mendigo profesionalizado que pide dinero por las calles acompañado de su perro. Las cosas empiezan a complicarse con un turbio asunto de tráfico de órganos y riñones donados o robados, a lo que se suma un cadáver y la aparición de algún que otro secundario de lujo como el taxista priápico Terry Lawson, viejo conocido de los lectores fieles de Welsh.
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