En la antigua Nínive, a orillas del río Tigris, durante la época de mayor esplendor de Mesopotamia, el culto y despiadado rey Asurbanipal erigió una magnífica biblioteca para atesorar su preciada colección de tablillas, como las de La epopeya de Gilgamesh. El monarca está a punto de quemar vivo a su viejo maestro, aquel que le inculcó el amor por la poesía, pero que ha terminado por traicionarlo. Pronto el Imperio asirio se derrumbará y quedará sepultado.
El narrador sin nombre de esta novela es un chico de catorce años que sufre constantes burlas por tener un ojo vago. Incapaz de enfrentarse a los matones del instituto, intenta, sin éxito, pasar desapercibido. La única persona que entiende lo que está viviendo es una compañera de clase, Kojima, víctima también de todo tipo de humillaciones a manos del resto. Dándose mutuamente consuelo en el momento de sus vidas que más lo necesitan, los dos jóvenes se acercan más que nunca. Pero, ¿cuál es, en última instancia, la naturaleza de una amistad cuando el vínculo que comparten es el miedo?
Todo el mundo considera inseparables a las hermanas Padavano, que parecen complementarse mutuamente. Julia, la mayor, es el cohete de la familia: siempre tiene un objetivo en mente y un plan para alcanzarlo. Sylvie, la soñadora, es feliz con sus libros, soñando con ese tipo de amor que solo existe en las novelas. Cecelia se dedica al arte y Emmeline, su gemela, cuida de los demás.
Julia está enamorada de William Waters, estudiante de Historia y estrella del deporte universitario, y cree que todos sus planes para la edad adulta se están haciendo realidad: un marido, una casa, una familia propia. Sin embargo, cuando la oscuridad del pasado de William sale a la superficie, no solo peligran los planes de futuro de Julia, sino también la inquebrantable lealtad de las hermanas.