Explica la poeta Julieta Valero en el epílogo de Esta ira que las mujeres estamos «desentrenadas para mostrar la ira». «Entonces» se pregunta «¿cómo decir, cómo articular una ira que no responde estrictamente a los hombres, sino a la vida misma, a su designio duro? ¿Y cómo ser capaz de hacer de su objeto precisamente a las hermanas, a las mujeres?»
A esta dificilísima prueba del lenguaje se enfrenta María García Zambrano en su nuevo poemario. Una obra potente que reclama el derecho a expresar la ira y el dolor censurado de las maternidades no hegemónicas.
Como antídoto a la ira, Zambrano recurre al principio budista de que todo está en continuo cambio, que atraviesa la obra como un bálsamo y alcanza su máximo poder sanador en la cuarta y última parte: un canto esperanzador a la belleza que podemos encontrar incluso en los lugares más dolorosos.
Esta vez cumplirán su promesa. Esta vez no caerán en la tentación. Esta vez será diferente.
De vacaciones en la isla del Príncipe Eduardo, Lucy conoce a Felix, un lugareño con el que lo pasa genial. Sin embargo, lo que no sabe es que se trata del hermano de su mejor amiga, Bridget. La química entre ellos es tan innegable como los motivos que tienen para mantenerse alejados el uno del otro, de modo que prometen que no volverán a repetir aquella noche eléctrica que vivieron.
Así que, cada año, Lucy va a la isla y se promete a sí misma que no acabará en la cama de Felix (... otra vez). Lo bueno es que, aunque no puede resistirse a él, de momento ha logrado mantener su corazón al margen.
Cuando Bridget huye de Toronto a una semana de su boda, Lucy la sigue para ayudarla a superar la crisis. Pero, en el proceso, también deberá resistirse al único hombre que encuentra irresistible..., y puede que su corazón no esté tan a salvo de Felix como ella creía.
En París muere un físico después de mostrar un experimento en su laboratorio a una guapa visitante... En la selva de Malasia un misterioso individuo compra maquinaria de excavación profunda de una capacidad exagerada... En Vancouver alguien alquila un pequeño submarino para investigar en los mares de Nueva Guinea... Y en Tokio un agente de la inteligencia intenta captar el sentido de lo que está pasando.
Este es el arranque de Estado de miedo, la emocionante y polémica novela de Michael Crichton. Con un ritmo trepidante, el autor sitúa al lector ante una realidad para muchos totalmente desconocida: el mundo del ecoterrorismo y de los científicos dispuestos a modificar o manipular sus datos según las necesidades de las organizaciones que subvencionan sus investigaciones. Solo Crichton sabe combinar la fuerza irresistible de un thriller que engancha desde la primera página con datos científicos que producen escalofríos. Y lo peor es que nos habla de una terrorífica realidad actual, no de un posible escenario futuro...
Nisa y Jose viven en la isla de La Palma. Nisa, cansada de su familia, pasa las horas en un apartamento turístico vacío donde se cuela cada tarde. Un día, Jose, el hijo del propietario, la descubre y queda fascinado con ella. Junto al fuego de las hogueras, comienza una relación apasionada y turbulenta. La trágica erupción del volcán de La Palma y sus problemas familiares llevan a la pareja a Madrid, donde su amor se enfrentará a nuevas preguntas: ¿qué los une realmente?, ¿se puede seguir adelante después de haberlo perdido todo?, ¿cuántas veces puede resurgir un amor de las cenizas antes de apagarse por completo?
Los Jinetes del Apocalipsis han renacido para destruir el mundo de nuevo, pero uno de los cuatro no está donde debería. Muerte ha roto las reglas y tiene su propia misión. Una búsqueda que le llevará a través del continente de Norteamérica y que dejará muchos cadáveres a sus pasos.onathan Hickman (Los proyectos Manhattan, Amanecer de X) y Nick Dragotta (Los Cuatro Fantásticos) presentan una saga épica que mezcla el western con la ciencia ficción y las profecías apocalípticas.
EL SEGUNDO ACTO DE LA GRAN SAGA APOCALÍPTICA DE JONATHAN HICKMAN Muerte sigue buscando a Babilonia mientras los otros tres jinetes del apocalipsis van tras él. Todo ello en una Norteamérica dividida en la que las conspiraciones se multiplican.