Rodeado de imponentes montañas se encuentra el pequeño pueblo alpino de Fontana Freda, un lugar ideal para empezar de nuevo. A principios de otoño, Fausto decide dejar atrás un matrimonio fallido y la vida asfixiante de Milán para instalarse durante una temporada indefinida en la zona donde pasó los veranos de su infancia. Aquí intentará encontrar una nueva voz a su escritura mientras ejerce de cocinero en el restaurante regentado por Babette y traba amistad con algunos de los escasos lugareños: un guarda forestal retirado al que le interesan poco los asuntos humanos y una joven camarera que se encuentra de paso a la búsqueda de las montañas de cuatro mil metros que conoció en los libros. El otoño cede ante el invierno, y los pastos y los ganaderos dan paso a las nieves y a los primeros esquiadores, pero también al inminente regreso de los lobos, que, junto al viento, recorrerán los profundos valles.
¿Por qué regresa Urania Cabral a la isla que juró no volver a pisar?¿Por qué sigue vacía y llena de miedo desde los catorce años?¿Por qué no ha tenido un solo amor? En La Fiesta del Chivo (2000) asistimos a un doble retorno. Mientras Urania visita a su padre en Santo Domingo, volvemos a 1961, cuando la capital dominicana aún se llamaba Ciudad Trujillo. Allí un hombre que no suda tiraniza a tres millones de personas sin saber que se gesta una maquiavélica transición a la democracia. Con un ritmo y una precisión difícilmente superables, este peruano universal muestra que la política puede consistir en abrirse camino entre cadáveres, y que un ser inocente puede convertirse en un regalo truculento.
Jennifer Clement creció en Ciudad de México en los años sesenta, a apenas una puerta de distancia de la casa de Frida Kahlo y Diego Rivera. Su infancia, bohemia y muy poco ortodoxa, le permitió convivir con artistas, poetas, comunistas y revolucionarios y, más adelante, experimentar su propio despertar creativo. En los años ochenta, decidió sustituir las revoluciones de Latinoamérica por la contracultura de Nueva York, y pronto se convirtió en un referente de su escena cultural, habitando los mismos espacios que Jean-Michel Basquiat, Keith Haring, Colette Lumiere y William Burroughs, y frecuentando locales tan legendarios como The Mudd Club, Danceteria y Studio 54. La autora de La viuda Basquiat regresa con un memoir literario que es a la vez la historia de dos peligrosas, y por ello importantes, ciudades: Ciudad de México y Nueva York, y un retrato de los artistas que trabajaron en, desde y a pesar de ellas.
La reconocida dibujante Barbara Stok retrata en esta obra la vida de Hiparquía, una filósofa prácticamente desconocida que vivió en la Grecia del siglo IV a. C. y que revolucionó el mundo del pensamiento clásico gracias al importante rol que desempeñó en la corriente cínica. Con su eterno entusiasmo, un potentísimo trasfondo filosófico y su estilo característicamente cercano, Stok construye un puente con el presente al colocar un espejo frente al lector.
Esta novela gráfica logra devolver el lugar destacado de la Historia que le corresponde a la figura de Hiparquía, una mujer brillante que tuvo el coraje de vivir según sus propios ideales, a pesar de las creencias predominantes de su época.
En los albores de un nuevo siglo, en un invierno característico de Filadelfia, nace Alma Whittaker. Su padre, Henry Whittaker, es un explorador botánico audaz y carismático cuya vasta fortuna oculta unos orígenes humildes: comenzó de pilluelo en los jardines Kew de Sir Joseph Banks y de grumete a bordo del Resolution del capitán Cook. La madre de Alma, una estricta holandesa de buena familia, sabe tanto de botánica como cualquier hombre.
Niña independiente, con una sed de conocimientos insaciable, Alma no tarda en adentrarse en el mundo de las plantas y de la ciencia. Sin embargo, a medida que el minucioso estudio de los musgos la acerca más y más a los misterios de la evolución, el hombre al que ama la arrastra en la dirección opuesta: al mundo de lo espiritual, lo divino y lo mágico. Ella es una científica de mente despejada; él es un artista utópico. Pero lo que une a esta pareja es la pasión compartida por el saber: el desesperado deseo de comprender cómo funciona el mundo, de qué están hechos los mecanismos de la vida.
«Cuatro flechas negras mi cinto tenía, cuatro por las penas que he sufrido, cuatro para otros tantos hombres que mis opresores malvados han sido».
Con estas lacónicas y misteriosas palabras amenaza la hermandad de La Flecha Negra a sus víctimas. Situada en los primeros compases de lo que llegaría a ser la guerra de las Dos Rosas (1452-1485), que enfrentó a las casas de York y Lancaster, y protagonizada por el joven aspirante a caballero Richard Shelton, La Flecha Negra es, sin duda, una de las novelas más recordadas de Stevenson, un narrador magistral en todo momento. El ritmo trepidante de la acción, los inesperados y espléndidamente medidos golpes de efecto, la frescura de la trama y un final no feliz menos inesperado aún son sólo algunos de los elementos que ha convertido a esta obra en todo un clásico de la novela de aventuras, sólo comparable a las mayores obras de la literatura universal.