Mucho se ha escrito sobre soldados, aventureros y pícaros y sobre lo que, en sustancia, estos modos azarosos de comportamiento social significaron para las gentes de la España del siglo XVII. Fauna plural y variada en gustos, cubría toda la escala de la sociedad desde el aristócrata hasta el estudiante; se nutría de hidalgos empobrecidos; capitanes de fortuna, sirvientes y lacayos, aventureros desengañados, beatos, gente de iglesia, rufianes, ermitaños y los ciento cincuenta mil vagabundos que a fines del siglo XVI circulaban por España. Inclusive los propios escritores se dejaban, a veces, arrastrar por tan gustosas ocupaciones. Algunos de estos sujetos escribieron acerca de sí mismos mezclando la realidad con la fantasía, esta última con caracteres de retórica adjetiva cuya excrecencia percibe el lector.
Escrita en forma de epístolas, esta novela narra la vida y la muerte de Adriano, emperador del Imperio romano en el siglo II, quien tal vez fue uno de los últimos espíritus libres de la Antigüedad. En sus cartas, dirigidas a su primo y sucesor, marco Aurelio, el emperador hace memoria de sus triunfos, de sus éxitos militares y políticos, pero también reflexiona acerca del arte y del amor.
La minuciosidad y precisión del retrato de Yourcenar, junto con el detalle de pensamiento de la época y todos los temas que envuelven al ser humano, así como el maravilloso estilo de la autora, han convertido a Memorias de Adriano en un hito del género de la narrativa histórica y descubrió al mundo a una auténtica maestra del arte narrativo. A esto se suma, además, en esta edición, la espléndida traducción de Julio Cortázar,
Félix F. Yusúpov nació en una de las más antiguas y poderosas familias de la aristocracia rusa. La muerte de su hermano mayor Nikolái en un duelo lo convirtió en heredero de una inmensa fortuna. En estas Memorias de antes del exilio, escritas en francés y publicadas en 1952, la recreación de una vida de fastos y lujos casi increíbles se alterna con observaciones sagaces sobre la avaricia; la fe en presagios y apariciones, con el horror al falso misticismo; la complacencia en el poder, con momentos de duda y crisis. Yusúpov fue el instigador y responsable principal del asesinato de Rasputin, que para él debía abrir una nueva era de regeneración en Rusia. Lo que siguió, sin embargo, fue la Revolución soviética, que lo desposeyó de sus riquezas y lo lanzó al exilio.
Nacida en una familia católica y burguesa que no espera de ella sino que se convierta en una «joven formal», contra la que se irá rebelando a medida que madura, Simone de Beauvoir relata en Memorias de una joven formal su despertar al hábito de lectura y de escritura, la relación cercana con su familia y su entrañable amiga Zara, junto con la situación de Francia tras la Primera Guerra Mundial y los estragos que ésta provocó en su hogar y en su país. Con todo, poco a poco, la niña que fue Beauvoir nos cuenta quién fue, pero también, y sobre todo, la época en la que vivió, en sus aspectos sociales, culturales y políticos. Una pequeña joya autobiográfica, sin lugar a dudas. Beauvoir marcó un antes y un después en la literatura femenina y el feminismo en el siglo xx, y está considerada como una autora fundamental en este siglo.
En "Memorias del subdesarrollo" (1965), novela icónica de Edmundo Desnoes, asistimos a la debacle íntima y social de Malabre, un escritor que, viendo marcharse incluso a familia y amigos, decide permanecer en Cuba tras el triunfo de la Revolución, por lo que queda convertido en testigo de un panorama y un entorno que le resultan tan absurdos como irredimibles. Ya en el contexto de la literatura cubana de los años sesenta, "Memorias del subdesarrollo" resultó una obra de difícil catalogación, pues quedó fuera de las dos tendencias dominantes del momento: la literatura de compromiso y el preciosismo barroco abanderado por Alejo Carpentier. No en vano, su autor bebe de fuentes que, sin llegar a abandonarla, tensionan y complementan la tradición hispánica, y entre las que destacan, además de la gran novelística rusa, los modelos absurdistas de Kafka, Beckett y, muy especialmente, "El extranjero" de Camus, con cuyo protagonista (Meursault) el cubano Malabre puede compararse en no pocos aspectos.
Teffi fue una escritora extraordinariamente popular en la Rusia prerrevolucionaria, admirada tanto por el zar Nicolás II como por Lenin. Nacida en una prominente familia de San Petersburgo, poco después del estallido de la revolución, en 1918, emprendió un viaje para acudir a unas veladas literarias en Ucrania sin sospechar que su odisea terminaría en París, donde viviría exiliada el resto de sus días. En estas Memorias narra su periplo de Moscú a Constantinopla –ya sea en un vagón de mercancías, en un barco ruinoso o en carreta– mientras se cruza con personajes de lo más diverso que huyen de la guerra civil, «gente sencilla y poco heroica» que, como ella, se vieron arrastrados por el torbellino de la historia.
Considerada la obra cumbre de Teffi, esta narración rebosante de ingenio y humor negro nos habla del caos provocado por la revolución y la guerra y nos invita a reflexionar sobre lo que significa perderlo casi todo. Un libro que nos descubre a una autora cuyo talento para la sátira, su perspicacia y su profunda humanidad la convirtieron en una de las escritoras rusas más queridas del siglo xx.