Una narración apocalíptica de acción, aventura y fantasía en la que una niña, con la ayuda de una investigadora del FBI de pasado turbulento, se convierte en la única esperanza para salvar a la humanidad. En Nueva Orleans, Holly, una niña de once años perdida entre una multitud de escombros y refugiados, pide auxilio.
Para ser una esclava en el Saint-Domingue de finales del siglo XVIII, Zarité había tenido buena estrella: a los nueve años fue vendida a Toulouse Valmorain, un rico terrateniente, pero no conoció ni el agotamiento de las plantaciones de caña ni la asfixia y el sufrimiento de los trapiches, porque siempre fue una esclava doméstica. Su bondad natural, fortaleza de espíritu y honradez le permitieron compartir los secretos y la espiritualidad que ayudaban a sobrevivir a los suyos, los esclavos, y conocer las miserias de los amos, los blancos.
Zarité se convirtió en el centro de un microcosmos que era un reflejo del mundo de la colonia: el amo Valmorain, su frágil esposa española y su sensible hijo Maurice, el sabio Parmentier, el militar Relais y la cortesana mulata Violette, Tante Rose, la curandera, Gambo, el apuesto esclavo rebelde... y otros personajes de una cruel conflagración que acabaría arrasando su tierra y lanzándolos lejos de ella.
La llama doble es un ensayo enteramente unitario que, por su importancia en el conjunto de la obra Octavio Paz, resulta comparable a títulos tan decisivos como El arco y la lira o El laberinto de la soledad. Aun cuando la redacción material del libro se produjo entre marzo y abril de 1993, el propósito de escribirlo data por lo menos de 1965, y en aquella época el autor redactó los primeros apuntes de lo que deseaba que, «partiendo de la conexión íntima entre los tres dominios —el sexo, el erotismo y el amor—, fuese una exploración del sentimiento amoroso». Resumiendo toda su trayectoria de vida, pensamiento y escritura, con una tensión expresiva inabatible y una lúcida y conmovida cercanía al núcleo más íntimo y esencial de la existencia humana, Octavio Paz examina, compendia, hace revivir y otorga pleno sentido, desde sus orígenes en la memoria histórica y mítica hasta la experiencia cotidiana más inmediata, a uno de los elementos fundamentales de la vida de hombres y mujeres: «El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama, azul y trémula: la del amor. Erotismo y amor: la llama doble de la vida».
Hölderlin, Kleist, Nietzsche, tres personajes extraordinarios por lo que el autor sentía un profundo apego. Su inquietud vital los aleja de la contención de Goethe decidido a autoconstruirse: La fórmula para la vida según Goethe es la representada por el círculo: un alinea cerrada, la redondez absoluta que abarca toda existencia, el eterno retorno a uno mismo.
«Un maestro de la sátira anarquista. Una leyenda viviente» (New York Review of Books); «Los más honestos, directos, iluminadores e importantes relatos publicados en este país en los últimos 20 años» (San Francisco Chronicle).
Stephen King sorprende y aterroriza una vez más al lector con su magistral don para destapar y exhibir la mitad más oscura del ser humano.
Cuando Thad Beaumont en pleno bloqueo creativo, después de que su novela Las súbitas bailarinas optara al Premio Nacional de Literatura y lo perdiera, decidió seguir los consejos de su mujer y publicar una serie de thrillers retorcidos y sangrientos bajo el pseudónimo de George Stark, no pensó, ni por asomo, que le sería tan difícil «deshacerse» de ese otro yo que, no se explicaba cómo, había dejado de ser ficticio.
Cuando el comisario Alan Pangborn aparece en su casa acusándole de un brutal asesinato, Thad trata de afirmar su inocencia, de asegurar que nada tiene que ver con todos esos monstruosos asesinatos cometidos tan cerca de su casa, ni con la retorcida mente que protagoniza sus novelas policíacas, ni con las llamadas de aquella voz que, obscena y susurrante, le pide al teléfono que se rinda. Pero, ¿cómo explicar que sus huellas ensangrentadas han aparecido por todas partes en la escena del crimen?