Junto con Esquilo y Sófocles, los otros dos grandes trágicos de la Grecia clásica, Eurípides (484-407 a.C.) contribuyó a elevar el género teatral hasta las más altas cimas de la perfección estética y a plantear los conflictos morales más permanentes y profundos de la condición humana. De las noventa y dos piezas atribuidas a su genio, sólo diecinueve han llegado hasta nosotros. Las tres tragedias agrupadas en este volumen -"Alcestis", "Medea", "Hipólito"- cuentan entre las más significativas y reputadas de su obra. Traducción e introducción Antonio Guzmán Guerra
El destierro a la soledad de Madame de Prie en tiempos de Luis XV, el deambular de un coronel de las tropas de Napoleón por tierra enemiga entre los martirizados cuerpos de sus subordinados, o el amor obsesivo y sumiso más allá de la muerte de un médico europeo en la India colonial son algunos de los argumentos de este sugestivo libro de relatos de Stefan Zweig. La lucha de los hombres por sus pasiones, la tragedia de los destinos arrollados por la fortuna y el dolor como influjo de supervivencia se inscriben al rojo vivo en cada una de estas sobrias y conmovedoras narraciones de uno de los escritores más apreciados por el público de nuestro tiempo.
Antígona, hija del rey Edipo, se debate entre ceñirse a la ley impuesta o infringirla para honrar a su difunto hermano
Antígona está basada en el mito de la mujer que se atrevió a enfrentarse a los hombres para lograr sus propósitos. En esencia, la trama de la obra plantea una reflexión sobre la tiranía, las razones del estado y los dilemas de conciencia. Representada por primera vez en el año 442 a.C., Sófocles utilizó personajes arquetípicos para contraponer dos nociones opuestas del deber: el respeto a las normas religiosas frente a las civiles, caracterizadas unas por Antígona y las otras por Creonte.
Esta edición cuenta con la traducción y el prólogo Luis Gil, profesor emérito en la Universidad Complutense de Madrid. Incluye, además, el estudio en forma de epílogo realizado por los profesores de comunicación audiovisual de la Universidad Pompeu Fabra Jordi Balló y Xavier Pérez.
«Y ¿qué derecho divino he transgredido? Mas ¿por qué he de poner, desdichada de mí, mi vista aún en los dioses? ¿A qué aliado puedo invocar?»
En 1945, la comandancia soviética del campo de exprisioneros de Katowice, Polonia, pidió a Primo Levi y a Leonardo De Benedetti que redactaran un informe detallado sobre las condiciones sanitarias del campo de concentración de Auschwitz, en el que habían pasado casi un año recluidos. El resultado fue un texto extraordinario, de los primeros que se escribieron acerca de los campos de exterminio. Publicado en 1946 en la revista especializada Minerva Medica, es el punto de partida de toda la obra de Primo Levi como testigo, analista y escritor.
Levi jamás dejaría de hablar de su experiencia en Auschwitz en escritos de distinto tipo, muchos de los cuales nunca se habían publicado en forma de libro. Así fue Auschwitz es un mosaico de esos testimonios, de inestimable valor humano e histórico.
Esta es la historia de una niña que creció en una época y un lugar en los que el alma estaba subyugada al Estado, la belleza inspiraba desconfianza y el amor podía ser castigado con la muerte. De cómo acabó en un campo de trabajo donde se la destinó a la recolección de algodón y de su relación con una compañera de su misma edad, con quien desafió en secreto todas las normas de la moral revolucionaria. Es la historia de una caída y una reden ción, y un viaje de pasión, peligro, suerte y traición. Es, en definitiva, un retrato esclarccedor de la China de Mao y de una mujer que vivió para contarlo
En el Enclave Espacial, a las afueras de la Ciudad de Nueva York, un científico de los Mundos Exteriores ha aparecido asesinado. El detective Elijah Baley tiene que ocuparse de este caso en la para él inquietante y odiosa compañía de un robot humanoide: R. Daneel Olivaw. La investigación es delicada ya que puede terminar con el equilibrio entre los descendientes de la colonización estelar, en perfecta comunión con sus robots, y los habitantes de la Tierra, que, refugiados en grandes metrópolis subterráneas a las llaman Ciudades, sobreviven precariamente a la falta de recursos naturales y temen a los robots.