Alguien quiere morir. Ya no es joven, y se pregunta para qué otro día más, por muy privilegiada, divertida y amable que aún sea su vida. Alguien quiere amar. No sabe con certeza si le corresponden, si sus sentimientos serán entendidos, si tiene siquiera derecho a expresarlos. Alguien viaja. Visita ciudades, playas, bares, fiestas exóticas, cabañas al borde del agua donde pasar la noche bebiendo y riendo. Alguien ilustra unos libros preciosos y alguien se ocupa de editarlos. Trabajan sin prisas, con admiración mutua, con cierta sensación decadente de existir en un mundo que desaparece. Alguien ha tenido un grave problema de salud, se levanta despacio, se tienta la ropa y decide aprovechar la segunda oportunidad. Alguien gusta, despierta deseo, está siempre de paso en la vida de los demás, sonríe, paga la cena. Alguien es el mejor amigo y la persona favorita de otro. Alguien quiere morir.
Ray Loriga narra los abismos de estos personajes, y compone una sinfonía sobre la amistad, el amor y el final de la juventud.
Si el hombre es una noche, una nada vacía, y se obstina en locutar, en convertirse en correa de transmisión y vocero sin sueldo de una vida sin poesía, ¿cómo se puede responder? Frente a los secretos públicos de la tecnocracia, a la planificación del desastre, al correr sin cuento de las opiniones ajenas, a la carrera de armamentos, Peter Handke levantó con los textos recogidos en Cuando desear todavía era útil una noche distinta, propia y, sin embargo, abierta a todos, que miraba al hombre a los ojos y le devolvía imágenes detenidas: fotografías enemistadas con la fotografía y palabras rescatadas del hábito y del gesto vacío, de la noche del mundo. Hay un poema azul, y una divagación sobre el miedo, y un homenaje a un escritor distinto, y un paseo por el inhóspito París de la Défense, y un discurso que no lo es, y un poema a la irracionalidad y la felicidad.
¿Conoces esa historia de amor en la que la princesa se queda hecha unos zorros y tiene que irse a otro reino y empezar de cero?
No es bonita. Te lo digo yo, que la he vivido. Pero no te preocupes, siempre caigo de pie. Bueno, igual esta vez el patinazo ha sido un poco más sonoro y público. Tanto que he tenido que montarme en el coche, conducir seiscientos kilómetros, zurrar a una máquina expendedora por el camino y regresar al lugar al que ya no sé si puedo llamar casa. De momento, me está costando llamar a la puerta.
Dame un segundo para hacerme a la idea. Un segundo más.
Un escándalo oculto.
Una familia arruinada.
Un amor que estremeció a la sociedad.
Barcelona, 1968. Silvia Muntaner se presenta en sociedad en el Ritz, su familia tiene puestas todas las esperanzas en su espectacular belleza y en una buena boda para salvar su desastrosa economía doméstica. Pero sus sueños son muy distintos de los de su madre: esa noche conocerá el amor por primera vez y se le abrirá un nuevo mundo de posibilidades. Estudiante de Filosofía y Letras, tendrá un papel activo en la lucha antifranquista, tan alejada de su condición, y conocerá el sabor de lo prohibido en los brazos de Rafael, el hombre que la distanciará de su madre y revolucionará sus vidas para siempre.
Con fina ironía y magnífica ambientación, Pilar Eyre nos traslada durante veinticuatro años a una ciudad en plena expansión, llena de contrastes, luchas políticas y esperanza olímpica a las puertas de 1992.
Cuando floreció la risa es un relato escrito especialmente por Gioconda Belli para la colección de álbumes Libros de Cordel de Libros del Zorro Rojo, serie que reúne textos de importantes autores como Julio Cortázar, Pablo Neruda, Eduardo Galeano, Mario Benedetti, Antonio Skármeta y José Saramago. Esta leyenda evoca un misterio insólito: el nacimiento de la risa a través del juego. La depurada prosa de Gioconda Belli y el exquisito talento gráfico de Alicia Baladan se conjugan para develar un mundo secreto y remoto, donde la naturaleza atesora verdades olvidadas.
El recuerdo es más poderoso que cualquier final.
Y para ellos fue tan solo el principio.
Ava creció feliz en un pueblo costero junto a su madre y su hermana, con el rumor de las olas como testigo de que el mundo era infinito y el salitre, que lo vuelve todo salvaje, pegado a la piel. Hasta que un día todo cambió y se hundió en medio de la tempestad.
Hugo también vivía en ese lugar marcado por el mar, pero su ilusión era marcharse lo más lejos posible, a un lugar que no le impusiera límites, donde el futuro fuera prometedor. Lejos de una familia y un entorno que siempre había remado en su contra.
Estos eran los planes de Ava y Hugo, pero cuando se miraron a los ojos y vislumbraron un mismo horizonte, uno capaz de volver el mar en calma y de cambiar todos sus objetivos, supieron que mantenerse a flote era solo cuestión de saber nadar a contracorriente.
¿Dejarán Ava y Hugo que el destino, las olas y el mar dibujen su camino?
¿Encontrarán una tabla en la que surcar juntos otros mares?
¿Llegarán al puerto que tanto anhelan?