Los misterios de la taberna Kamogawa es una de las novelas más apetitosas que vas a leer jamás. Una historia llena de ternura sobre una pareja de detectives formada por el padre y la hija del Kamogawa Shokudo, un restaurante escondido en Kioto, que siempre está lleno. El éxito entre la clientela radica en que este dúo singular se ha especializado en preparar exactamente el plato que el público anhela y recuerda de su pasado y no es capaz de reproducir o encontrar. Y lo hacen investigando la historia de la persona en cuestión. Kamogawa Koishi y su padre Nagare, antiguo detective, escuchan las confidencias de sus comensales, que anhelan revivir un momento mágico, y recrean los platos cocinados por sus seres queridos, en una novela deliciosa en todos los sentidos.
Año del Señor de 1580. Sevilla vive su momento de máximo esplendor como capital del comercio entre el Nuevo y el Viejo Mundo.La Flota de Indias de Su Majestad está a punto de zarpar cuando la piel arrancada del rostro de una mujer y su cabellera pelirroja aparecen ajustadas como un disfraz macabro al mascarón de proa de la Soberbia, el buque de guerra que abre el convoy. Próxima al barrio portuario del Arenal, en una zona cercada por altos muros, se encuentra La Babilonia, el prostíbulo más cotizado de la Mancebía y donde ejerce Damiana. A pocos metros de allí está el convento de las carmelitas descalzas, donde vive en clausura sor Catalina. Ambas fueron amigas en la infancia y se verán unidas de nuevo a fin de averiguar quién cometió tan brutal asesinato y por qué. Para hacerlo pondrán en peligro sus propias vidas, pero también el secreto mejor guardado de la Corona.
Una reportera en el Madrid de los años cincuenta. Un asesinato en la alta sociedad.
Resolver un misterio nunca fue tan fascinante.
«Cuando la luna está llena y con un halo rojo en su interior, es que esa noche se va a cometer un terrible crimen».
Madrid, 1954. La joven Margot Sanz Peters regresa a España después de formarse en Londres como periodista de moda. Miembro de una distinguida familia de diplomáticos y amiga íntima de las damas más elegantes de la época -desde Cayetana Fitz-James Stuart hasta Aline Griffith, la futura condesa de Romanones-, la reportera accede rápidamente a los círculos más exclusivos de una ciudad que ha dejado atrás los peores años de la posguerra y empieza a abrirse a la modernidad.
Pero Margot es mucho más que una experta en moda. Lectora voraz de las novelas de Sherlock Holmes, desde niña ha sentido fascinación por la mente criminal. Por eso, cuando el enigmático asesinato de una marquesa sacude a la alta sociedad madrileña, nuestra protagonista dará el salto a la revista de sucesos más popular del momento y comenzará a colaborar con la policía, poniendo así a prueba sus dotes de investigación en un juego cada vez más peligroso.
La señora Dalloway relata un día en la vida londinense de Clarissa, una dama de alta alcurnia casada con un diputado conservador y madre de una adolescente.
La historia comienza una soleada mañana de 1923 y termina esa misma noche, cuando empiezan a retirarse los invitados de una fiesta que se celebra en la mansión de los Dalloway. Aunque en el curso del día acaece un hecho trágico -el suicidio de un joven que volvió de la guerra psíquicamente perturbado-, lo esencial de la obra estriba en que los sucesos están narrados desde la mente de los personajes, con un lenguaje capaz de dibujar los meandros y ritmos escurridizos de la conciencia y de expresar la condición de la mujer de un modo a la vez íntimo y objetivo.
Ahí, al otro lado, en el camino, escucha la lengua secretos que yo no debo conocer y los transmite a otros que no quieren oírlos. ¿Por qué no se quedó conmigo, al margen, por qué se separó de mí? Está en el vacío. El vacío es el camino. Y yo me encuentro incluso al margen del vacío.¿Cómo consigo que todas estas palabras mías digan algo que pueda decirnos algo? No con el mero hecho de que yo hable. Es que no puedo hablar.*Existe una profunda relación entre la cita y los muertos. A través de ella se establece un misterioso diálogo entre vivos y muertos. Todo le es propio y, al mismo tiempo, ajeno. La cita apuntala y refuerza y, por tanto, hace aparecer no solo lo citado sino también al citado, lo hace comparecer.
Sicilia, 1901. Una plaga de cólera acecha el pequeño pueblo de Palizolo, cuya población, aterrada, le achaca su llegada a una serie de sucesos aparentemente inexplicables. Sin embargo, no será hasta que el humilde abogado de los más desfavorecidos, Matteo Teresi, denuncie desde las páginas de su periódico las prácticas delictivas de un grupo de hombres poderosos, que se hacen llamar a sí mismos «la secta de los ángeles», cuando sus ciudadanos podrán dormir de nuevo tranquilos.
El maestro Camilleri se basa en un hecho histórico para tejer una trama de novela policiaca, iluminada por su habitual ironía y por un sarcasmo irreverente. Sacristías, salones palaciegos y tribunales de justicia son el escenario en el que se mueven sacerdotes y puritanos, moralistas y damas de la caridad, en el que siempre estará presente «el viejo vicio italiano: el arte de transformar al denunciante en denunciado, al inocente en culpable, al juez en culpable».