Para Heinrich von Kleist (1777-1811) una novela consistía en la narración de un «acontecimiento inaudito», según la definición de Goethe. Sus personajes son héroes hamletianos sometidos a los imponderables del destino, enfrentados a situaciones límite que les plantean retos existenciales que surgen del caos. El presente volumen reúne toda la obra narrativa de Kleist: dos novelas cortas: Michael Kohlhaas y , y seis relatos más.
Michael Kohlhaas (1806), inspirado en varias crónicas del siglo XVI, narra el destino trágico de un tratante de caballos que, tras sufrir el abuso de poder de un terrateniente y movido por un noble deseo de justicia, acaba cometiendo fatalmente las peores atrocidades. Este relato marcó profundamente al autor de El castillo, Franz Kafka. La Marquesa de O (1808) cuenta la historia de una joven viuda que vive en una ciudad al norte de Italia con su padre, un militar de alto rango. En medio de las guerras napoleónicas, la ciudad es tomada por el ejército ruso, la marquesa está a punto de ser violada por unos soldados pero es rescatada por un coronel del ejército invasor. Meses después, la marquesa descubre que está embarazada, aunque no ha conocido varón, y busca desesperadamente al padre de la criatura.
Entre los relatos cabe destacar El terremoto de Chile y La mendiga de Locarno.
En su dedicatoria a la reina Isabel, Pulgar define con claridad el propósito de su galería de retratos, dejando clara la raigambre clásica de su inspiración: «Yo, muy excelente reina y señora, criado desde mi menor edad en la corte del rey, vuestro padre, y del rey don Enrique, vuestro hermano, movido con aquel amor de mi tierra que los otros hobieron de la suya, me dispuse a escribir de algunos claros varones, perlados y caballeros, naturales de vuestros reinos, que yo conocí y comuniqué, cuyas hazañas y notables hechos, si particularmente se hobiesen de contar, requería hacerse de cada uno una gran historia. Y por ende, brevemente, con el ayuda de Dios, escribiré los linajes y condiciones de cada uno y algunos notables hechos que hicieron, de los cuales se puede bien creer que en autoridad de personas y en ornamento de virtudes y en las habilidades que tovieron, así en la ciencia como en las armas, no fueron menos excelentes que aquellos griegos y romanos y franceses que tanto son loados en sus escrituras»
Entre todos los héroes salvajes y brutales inventados por el creador de Conan, Robert E. Howard, el rey picto Bran Mak Morn guarda un origen más próximo a la historia. Se debe a la ascendencia escocesa-irlandesa de este autor, discípulo y amigo de Lovecraft, y principal impulsor del género de «espada y brujería». Considerado junto a Tolkien uno de los escritores más influyentes de la fantasía heroica moderna, Howard narra en estas aventuras la encarnizada lucha que, capitaneados por su último rey, sostuvieron los pictos britanos a finales del siglo III de la era cristiana contra las legiones de Roma. Cuenta la épica de una raza que avanza inexorablemente hacia su extinción, mientras intenta detener el rastro de muerte que dejan a su paso las águilas romanas.