La Fisiología del matrimonio publicada por vez primera en 1829 con el título Physiologie du mariage ou méditations de philosophie éclectique, sur le bonheur et le malheur conjugal, publiées par un jeune célibataire, supuso un escándalo en el momento de su publicación. No fue hasta la quinta edición de Furne en 1846 que esta obra pasó a formar y conformar los Estudios analíticos. Pese a su moderna estructura y estilo, a medio camino entre la novela y el ensayo, esta obra se considera una de las fundacionales de La Comedia humana.
Pequeñas desazones de la vida conyugal (Petites misères de la vie conjugale), fue escrito entre 1830 y 1846 y publicado parcialmente en revistas y en distintas ediciones distintas de La Comedia humana. La obra es una mezcla de consejos, bocetos e historias sobre todos los detalles de la vida matrimonial. Se incluyen en ella una buena cantidad detallada de situaciones emocionales, financieras y familiares donde escribe sobre los niños, su educación, la psicología, la autoestima o los conflictos. Todo ello de forma precisa y muchas veces con humor.
A los veintinueve años, y tras haber compuesto un buen número de obras para los corrales de comedia, Pedro Calderón de la Barca logró una pieza de capa y espada modélica: La dama duende, amenísimo juego de amores, dudas, osadías y desplantes, cifrados en la tramposa alacena que preside y engrana una acción dramática magistral en su progresión y que se alimenta sobre todo de la confusión y el engaño.
En Pleno verano & Garcetas blancas, Derek Walcott trata los temas distintivos de su carrera: el complejo legado colonial del Caribe, su amor por la tradición literaria occidental, la sabiduría que llega con el paso del tiempo, las siempre extrañas alegrías del nuevo amor y, a veces, la aterradora belleza del mundo natural, con una intensidad y un impulso que recuerdan su obra más grande. A través de la fascinante repetición de temas e imágenes, Walcott amplía las posibilidades de la rima y la métrica, la forma poética y el lenguaje. Las lenguas el inglés y el creole se imbrican para formar un caudaloso tejido de sentidos y sensaciones que reflejan el amor de Walcott por su tierra, por un lenguaje comprometido y vivo del que todos formamos parte.