PROTEGE A TU CLIENTE.PERO, POR ENCIMA DE TODO, PROTEGE TU CORAZÓN.
La reina de las novelas reconfortantes llega a España con una historia sobre una guardaespaldas que no esperaba tener que fingir ser la novia de su próximo cliente... ni enamorarse de él.
Hannah Brooks parece una profesora de infantil y no alguien que podría matarte con una servilleta, pero en realidad es guardaespaldas y acaban de asignarle una nueva misión: proteger al actor superestrella Jack Stapleton.
Antes, Jack Stapleton estaba en boca de todos y sus fotos, normalmente en playas paradisiacas, surcando las olas como un dios griego, saturaban las revistas de todo el país. Hasta que, tras una tragedia personal hace dos años, se alejó de los focos.
Cuando su madre enferma, él vuelve al rancho familiar en Houston, Texas. Solo hay un pequeño contratiempo: Jack no quiere que su familia se entere de que necesita guardaespaldas, le pide a Hannah que finja ser su novia como tapadera.
Sin embargo, a medida que pasan tiempo juntos, ella empieza a pensar que todo parece casi... real. Y es entonces cuando las cosas comienzan a complicarse, porque para Hannah es pan comido mantener a salvo a Jack, pero es otra historia muy distinta proteger su propio corazón.
Esta novela tiene una estructura singular. Tras una primera parte en la que el talento deductivo del inquilino más famoso del número 221B de Baker Street brilla más que nunca a la hora de enfrentarse a su antagonista el profesor Moriarty y descubrir al culpable de un asesinato imposible, Doyle nos ofrece un flashback ambientado en el mundo de las bandas criminales en la Pensilvania del siglo XIX que nos ayuda a comprender el origen del conflicto.
«El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo».
Acaso sea Crónica de una muerte anunciada la obra más «realista» de Gabriel García Márquez, pues se basa en un hecho histórico acontecido en la tierra natal del escritor. Cuando empieza la novela, ya se sabe que los hermanos Vicario van a matar a Santiago Nasar -de hecho, ya le han matado- para vengar el honor ultrajado de su hermana Ángela, pero el relato termina precisamente en el momento en que Santiago Nasar muere.
El tiempo cíclico, tan utilizado por García Márquez en sus obras, reaparece aquí minuciosamente descompuesto en cada uno de sus momentos, reconstruido prolija y exactamente por el narrador, que va dando cuenta de lo que sucedió mucho tiempo atrás, que avanza y retrocede en su relato y hasta llega mucho tiempo después para contar el destino de los supervivientes. La acción es, a un tiempo, colectiva y personal, clara y ambigua, y atrapa al lector desde un principio, aunque este conozca el desenlace de la trama. La dialéctica entre mito y realidad se ve potenciada aquí, una vez más, por una prosa tan cargada de fascinación que la eleva hasta las fronteras de la leyenda.
En la pequeña ciudad de Seabrook, Florida, un prometedor abogado llamado Keith Russo fue asesinado a tiros una noche mientras trabajaba hasta tarde en su despacho. El culpable no dejó pistas. No hubo testigos, nadie tenía un motivo. Pero la policía pronto sospechó de Quincy Miller, un joven negro que había sido cliente de Russo.
Miller fue juzgado y condenado a cadena perpetua. Durante veintidós años languideció en prisión, manteniendo su inocencia sin que nadie lo escuchara. Desesperado, escribe una carta al Ministerio de los Guardianes, una pequeña organización sin ánimo de lucro liderada por el abogado y sacerdote episcopaliano Cullen Post. Post viaja por el país luchando contra sentencias injustas y defendiendo a clientes olvidados por el sistema. Sin embargo, en el caso de Quincy Miller encuentra obstáculos inesperados. Los asesinos de Keith Russo son personas poderosas y despiadadas, y no quieren que Miller sea exonerado. Mataron a un abogado hace veintidós años, y matarían a otro sin pensarlo dos veces.
Todo el mundo sabe que a Haruki Murakami le apasionan tanto la música moderna y el jazz como la música clásica. Esta pasión no sólo le llevó a regentar en su juventud un club de jazz, sino a impregnar de referencias musicales la mayoría de sus obras. En esta ocasión, el escritor japones comparte con sus lectores sus querencias, sus opiniones y, sobre todo, sus ansias de saber sobre el arte musical. Para ello, a lo largo de dos años, Murakami y su amigo Seiji Ozawa mantuvieron estas deliciosas conversaciones sobre piezas de Brahms y Beethoven, de Bartók y Mahler, sobre directores de orquesta como Leonard Bernstein y solistas excepcionales como Glenn Gould. Así, mientras escuchan discos y comentan distintas interpretaciones, el lector asiste a jugosas confidencias que le contagiarán el placer inacabable de disfrutar de la música con oídos nuevos.