A los veintidós, Veronique Vincent desfila por las pasarelas de todo el mundo. Entre la semana de la moda de París y una sesión fotográfica en Tokio, tiene la oportunidad de hacer un pequeño descanso, pero su vida da un giro a causa de una trágica explosión en el aeropuerto de Bruselas.
En el hospital, Veronique descubre que el atentado le ha arrebatado a las dos personas que más amaba y que, además, las heridas han cambiado para siempre su apariencia. Es entonces cuando el testamento de su madre y una carta inesperada le ofrecen oportunidades que nunca creyó posibles.
Poco a poco, forja nuevos vínculos y revisita los antiguos, encuentra paz en ayudar a los demás y redefine lo que es realmente la belleza.
Su protagonista, Christopher Boone, es uno de los más originales que han surgido en el panorama de la narrativa internacional en los últimos años, y está destinado a convertirse en un héroe literario universal de la talla de Oliver Twist y Holden Caulfield. A sus quince años, Christopher conoce las capitales de todos los países del mundo, puede explicar la teoría de la relatividad y recitar los números primos hasta el 7.507, pero le cuesta relacionarse con otros seres humanos. Le gustan las listas, los esquemas y la verdad, pero odia el amarillo, el marrón y el contacto físico. Si bien nunca ha ido solo más allá de la tienda de la esquina, la noche que el perro de una vecina aparece atravesado por un horcón, Christopher decide iniciar la búsqueda del culpable.
Estamos a principios de la primavera de 2016 en el castillo de Windsor, donde Isabel II ultima los preparativos de las celebraciones de su nonagésimo aniversario mientras saborea una matutina taza de té.
Pero el ambiente festivo se trunca de pronto cuando uno de sus invitados es hallado muerto en uno de los dormitorios de la residencia.
Todo parece indicar que el joven pianista ruso se ha ahorcado, pero un nudo mal hecho lleva al MI5 a sospechar que hay gato encerrado.
La reina deja la investigación en manos de los profesionales, hasta que las pesquisas apuntan hacia sus fieles sirvientes y decide tomar cartas en el asunto.
Maider conoció a Rubén a orillas del Mediterráneo cuando no eran más que un par de conguitos que correteaban en bañador por el camping donde veraneaban. Fueron inseparables durante muchos años hasta que la adolescencia los convirtió en enemigos.
Pero Maider pronto descubrió que del odio al amor solo hay un paso y que ese chico gamberro que no la dejaba tranquila en el fondo seguía siendo el mismo muchacho dulce que una tarde de verano le regaló un Frigopie y que, en un descuido, también le robó el corazón.
Juntos vivieron una preciosa historia de amor que los marcó para siempre, pero que también los destrozó.
Cuando años después Maider regresa a Benicàssim con su vida ya encaminada, tendrá que asumir que, tratándose de Rubén, tal vez haya algunas heridas que no puede cerrar sola.
1943. Helene Hannemann prepara a sus hijos para ir al colegio cuando un grupo de policías irrumpe en su casa. Así toma forma su miedo más oscuro: los agentes de las SS detienen a sus cinco hijos y a su marido, todos ellos de raíces gitanas. Aunque Helene es alemana, se niega a separarse de su familia, sellando su destino de una manera que nunca hubiera imaginado. Después de un viaje aterrador, al llegar a Auschwitz los Hannemann se encuentran con todo el horror y el caos que alberga el campo de concentración nazi.
Cuando los soldados descubren que Helene es enfermera, se ve obligada a trabajar en el hospital del despiadado doctor Mengele, quien le propone dirigir una guardería. En ese sombrío lugar, donde la felicidad está prohibida, esta valiente mujer se convertirá en un refugio ante la barbarie para los más pequeños.
Momentos antes de que empiece la pomposa celebración de su centésimo cumpleaños, Allan Karlsson decide que nada de eso va con él. Vestido con su mejor traje y unas pantuflas, se encarama a una ventana y se fuga de la residencia donde vive, dejando plantados al alcalde y a la prensa local.
Sin saber adónde ir, se encamina a la estación de autobuses, el único sitio donde es posible pasar desapercibido. Allí, mientras espera la llegada del primer autocar que se presente, un joven le pide que vigile su maleta, con la mala fortuna de que el bus llega antes de que el joven regrese y Allan, sin pensarlo dos veces, se sube con la maleta, ignorante de que en su interior se apilan, ¡santo cielo!, millones de coronas en efectivo. Pero Allan no es una persona fácil de amilanar. A lo largo de su centenaria vida ha tenido un montón de experiencias de lo más singulares: desde inverosímiles encuentros con personajes como Franco, Stalin y Churchill, hasta amistades comprometedoras como la esposa de Mao, pasando por actividades de alto riesgo como ser agente de la CIA o ayudar a Oppenheimer a crear la bomba atómica.