El thriller en que se basa la serie de TV The Alienist.
Nueva York, 1896. John Schuyler Moore, reportero de sucesos de The New York Times, recibe en plena madrugada la llamada de su antiguo compañero de Harvard, el famoso alienista (como se conocía entonces a los psicólogos) Laszlo Kreizler, quien le cita en el puente de Williamsburg, escenario de un horrible asesinato.
Theodore Roosevelt, jefe de policía de la ciudad, solicita la colaboración de ambos amigos para indagar el crimen, una atrevida iniciativa, pues el alienista es visto con desconfianza por una sociedad conservadora, que considera que un asesino nace y no se hace. A ellos se une Sara Howard, primera mujer que trabaja en la comisaría, y los hermanos Isaacson, pioneros en las nuevas técnicas de investigación.
Llegan Mick Herron y su multipremiada serie protagonizada por Jackson Lamb para modernizar, con brillantez y humor, el género del espionaje.
En breve, gran estreno de la serie en televisión/Apple TV+, con Gary Oldman como protagonista.
«La mejor serie de novela negra del siglo XXI.»
The Mail on Sunday
El reino del irreverente y sarcástico Jackson Lamb está en Londres y se llama Casa de la Ciénaga, un vertedero al que van a parar los miembros de los servicios secretos que han cometido un error, ya sea olvidar un documento en un tren, despistarse en una ronda de vigilancia o volverse poco fiables a causa del alcohol. Sus colegas los denominan «caballos lentos», son los parientes pobres del espionaje británico y todos comparten las ganas de salir de allí a cualquier precio y volver a la acción.
Pip, a poor orphan being raised by a cruel sister, does not have much in the way of great expectations—until he is inexplicably elevated to wealth by an anonymous benefactor. Full of unforgettable characters—including a terrifying convict named Magwitch, the eccentric Miss Havisham, and her beautiful but manipulative niece, Estella, Great Expectations is a tale of intrigue, unattainable love, and all of the happiness money can’t buy. “Great Expectations has the most wonderful and most perfectly worked-out plot for a novel in the English language,” according to John Irving, and J. Hillis Miller declares, “Great Expectations is the most unified and concentrated expression of Dickens’s abiding sense of the world, and Pip might be called the archetypal Dickens hero.”
El libro más personal de Javier Marías.
A lo largo de estas páginas, que recogen los artículos más personales del autor y una larga entrevista concedida a The Paris Review, Javier Marías repasa los años de su infancia, los recuerdos familiares, sus primeros pasos en la literatura, sus maestros dentro y fuera de los libros, amén de un emotivo apartado dedicado a los que ya no están. También tienen cabida aquí aspectos de su trayectoria de carácter más curioso, como, por ejemplo, la explicación de cómo llegó a ser monarca del curioso Reino de Redonda.
Concerned for her family’s financial welfare and eager to expand her own horizons, Agnes Grey takes up the position of governess, the only respectable employment for an unmarried woman in the nineteenth century. Unfortunately, Agnes cannot anticipate the hardship, humiliation, and loneliness that await her in the brutish Bloomfield and haughty Murray households. Drawn from Anne Brontë’s own experiences, Agnes Grey depicts the harsh conditions and class snobbery that governesses were often forced to endure. As Barbara A. Suess writes in her Introduction, “Brontë provides a portrait of the governess that is as sympathetic as her fictional indictment of the shallow, selfish moneyed class is biting.”
En este libro se recogen y comentan refranes y expresiones populares que utilizaban los hablantes de griego de hace dos mil años. Muchos de ellos («poner el colofón», «ser un sibarita», «del árbol caído todos hacen leña», «una golondrina no hace verano», «vista de lince», «lágrimas de cocodrilo» y tantos otros) permanecen vivos todavía hoy en las lenguas modernas, sobreviviendo al paso del tiempo y a los continuos y profundos cambios sociopolíticos, culturales, religiosos y económicos; y su supervivencia en muchas lenguas europeas demuestra que nuestra cultura, por encima de diferencias locales, regionales o nacionales, es fundamentalmente una unidad que hunde sus raíces en la antigüedad grecolatina (e incluso en algún caso podemos remontarnos dos mil años más, hasta los antiguos sumerios y asirios que ya empleaban refranes todavía vivos en nuestras lenguas de hoy).