Alpha, Bravo, Charlie, Delta y Easy se hacen llamar los Muchachos de Jack, en honor a Jack el destripador. Entre ellos no se conocen más que por una plataforma en la Deep Web donde comparten su verdadera pasión: llegar a ser artistas del asesinato. Cuando Connor y Nikki violan la intimidad de su chat, la furia de estos psicópatas se desencadena y no se detendrá ante nada.
Con una inteligencia feroz planean como venganza la muerte de los dos adolescentes junto con sus familias. Sin embargo, Connor y Niki no son como el resto de las víctimas de estos asesinos en serie. La pesadilla comienza y solo hay dos opciones: dejarse cazar o sobrevivir.
Un guionista en plena crisis creativa y conyugal acaba de llegar —acompañado de su mujer y de su hija— a una flamante casa de montaña. Es diciembre. El frío blancoazulado de los glaciares, los bosques ocultos por una espesa bruma, el fluir de un río y un profundo y silencioso valle prometen, al fin, un nuevo comienzo. Una nueva oportunidad para finalizar un guion que se le resiste y para intentar reconciliarse con su mujer.
Sin embargo, algo pasa en la casa. Poco a poco los contornos de la realidad comienzan a difuminarse y lo que parecía una escapada idílica se convierte en una inquietante espiral de comportamientos disfuncionales.
Deberías haberte ido es una lectura sobrecogedora. Un relato claustrofóbico donde la realidad se tiñe de surrealismo y el terror no se presenta con sobresaltos, sino como un siniestro sueño cuyas piezas no acaban de encajar.
Billy Summers es un asesino a sueldo y el mejor en lo suyo, pero tiene una norma: solo acepta un encargo si su objetivo es realmente mala persona.
Ahora Billy quiere dejarlo, pero todavía le queda un último golpe. Y siendo uno de los mejores francotiradores del mundo, un veterano condecorado de la guerra de Irak, un auténtico Houdini cuando toca desaparecer después de finiquitar un trabajo, ¿qué podría salirle mal?
Era la primavera de 1953 y todo invitaba a pensar que lo peor de la posguerra había pasado. En el aeropuerto de Barajas se agolpaba una multitud esperando a la estrella más admirada del momento: Ava Gardner. Llegaba a Madrid después del largo rodaje de Mogambo, a las órdenes de John Ford. Necesitaba encontrarse a sí misma.
Su amigo Howard Hughes le solía decir que fama y amor eran incompatibles y sus tres maridos, Mikey Rooney, Artie Shaw y ahora Frank Sinatra, lo confirmaban. Eran sus tres grandes fracasos. Solo deseaba olvidar.
Una noche se cruza en su camino Luis Miguel Dominguín, el torero del momento. Sus miradas se cruzaron y, en ese momento, supieron que acabarían juntos. Ambos eran famosos, guapos, jóvenes y, sobre todo, apasionados y libres.
Así fue también su historia.
El cierre de Crónicas de la Dragonlance.
La Guerra de la Lanza ya es historia. Las estaciones vienen y se van. Es verano, un verano abrasador como jamás se había visto en Krynn. Afligido por una dolorosa pérdida, el joven mago Palin Majere trata de entrar al Abismo en busca de su tío, el famoso archimalo Raistlin. La Reina Oscura ha encontrado nuevos paladines en los Caballeros de Takhisis, seguidores devotos y leales hasta el fin. Un paladín oscuro, Steel Brightblade, cabalga a lomos de un dragón azul para atacar la Torre del Sumo Sacerdote, la fortaleza que su padre defendiera hasta la muerte.
En una pequeña isla, los misteriosos irdas se apoderan de un antiguo objeto mágico, la Gema Gris, y lo utilizan para garantizar su propia seguridad. Usha, una joven criada por los irdas, llega a Palanthas y dice ser la hija de Raistlin.
Será un verano mortal, quizás el último verano de Ansalon. Llamas ardientes consumen la hierba seca y Caos, padre de los dioses, regresa. El mundo entero puede desaparecer.
Los dos volúmenes de El Ocaso de los Dragones cierran el ciclo iniciado en las Crónicas de la Dragonlance, pero significan también un nuevo comienzo.
Todo un homenaje a la tierra natal del autor en tres fabulosas novelas de madurez.
El presente volumen reúne las tres novelas que Camilo José Cela ambientó en Galicia: Mazurca para dos muertos (1983), La Cruz de San Andrés (1994) y Madera de Boj (1999). La primera narra la trágica historia de la muerte de dos hermanos y de una venganza, con personajes variopintos y un folclore rural que recuerda La familia de Pascual Duarte. En La Cruz de San Andrés, la protagonista hace una estremecedora confesión que abarca desde el sexo y la frustración hasta la locura y la muerte. Por último, Madera de Boj se ubica en un territorio liminar, entre la vida y la muerte, el mar y la tierra, para acercarnos al flujo y reflujo que caracteriza la existencia de muchos habitantes de la costa marítima gallega.