Una pareja de recién casados celebra su noche de bodas. No saben que será la última de sus vidas. Al día siguiente, Lindsay Boxer, inspectora de Homicidios de San Francisco, examina la escena del crimen. Lindsay no pasa por su mejor momento, ya que le acaban de diagnosticar una rara enfermedad. Sin embargo, no piensa rendirse y, para resolver el caso, decide contar con la ayuda de tres mujeres, cada una de ellas experta en su campo: la joven y avispada periodista Cindy Thomas, la doctora forense Claire Washburn y la implacable ayudante del fiscal Jill Bernhardt. Las cuatro formarán de manera extraoficial el Club de las Mujeres contra el Crimen. Un club que tendrá que trabajar contra reloj, porque el doble homicidio es solo el primero de un asesino en serie.
En una antigua zona de marismas de la capital islandesa, aparece flotando en un estanque el cadáver de un vagabundo. Como a casi nadie le importa su muerte, la policía archiva rápidamente el caso. Un problema menos. Sin embargo, un joven agente llamado Erlendur, que conocía al mendigo de sus rondas por el corazón de la ciudad, empieza a obsesionarse con las circunstancias del trágico suceso. Hay varios detalles que indican que no se trató de un simple accidente y Erlendur tiene la firme convicción de que todos merecen justicia.
Todos los días friego la preciosa casa de los Winchester de arriba abajo. Recojo a su hija del colegio y preparo deliciosas comidas para toda la familia antes de subir a cenar sola en mi minúscula habitación del piso superior.
Intento no prestar atención a Nina cuando lo ensucia todo simplemente para ver cómo lo limpio. A las extrañas mentiras que cuenta sobre su propia hija. A su marido, que cada día parece más abatido. Pero cuando miro a Andrew a los ojos, castaños, encantadores y llenos de dolor, no me resulta difícil imaginar cómo sería vivir en la piel de Nina. El gran vestidor, el coche de lujo, el esposo perfecto.
Hasta que un día no me resisto a probarme uno de sus maravillosos vestidos blancos. Solo quiero saber qué se siente. Pero ella pronto lo descubre, y cuando me doy cuenta de que la puerta de mi habitación solo se cierra por fuera ya esdemasiado tarde.
Algo me reconforta: los Winchester no saben quién soy en realidad.
No saben de lo que soy capaz...
«Nunca he dado tanta importancia a mi persona como para sentirme atraído por la idea de contar las historias de mi vida a otros» son las palabras con las que Stefan Zweig se "excusa" por relatar su nostálgico testimonio de la desintegración de Europa.
«El mundo de ayer» es su última obra, una autobiografía escrita en el exilio, poco antes de morir, y en la que el escritor austriaco describe el periodo de entreguerras, el auge del nazismo y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Zweig, con brillantez cómo la diversidad cultural europea había sucumbido a los nacionalismos y retrocedía bajo su yugo.
Una obra imprescindible que permite analizar el pasado a través de las excelentes reflexiones de uno de los intelectuales más importantes del siglo XX.
Carola siempre se ha sentido un poco fuera de lugar. Al marcharse a Madrid a estudiar con sus amigas pensó que podría darle un giro a su vida e intentar salvar una relación que hacía aguas. Sin embargo, un año después las cosas con Adrián siguen igual y no puede evitar ver como su mundo se hace cada vez más pequeño y la rutina la ahoga.
Por eso, cuando se le presenta la oportunidad de ir de Erasmus a Dublín y alejarse de todo, no duda en aprovecharla con la esperanza de que todo cambie.
Y allí, una noche cualquiera, conoce a Gael, con su pelo rubio, sus hoyuelos marcados y su sonrisa amable. Gael, que le recordará lo que es sentir mariposas en el estómago y hará que se plantee cosas que nunca antes se había atrevido a pensar: ¿Y si el amor en realidad fuese dar sin exigir? ¿Podrá Carola dejar sus inseguridades atrás y volver a empezar?
A veces, amar significa dar un salto al vacío.
Arrakis: un planeta desértico donde el agua es el bien más preciado y, donde llorar a los muertos es el símbolo de máxima prodigalidad.
Paul Atreides: un adolescente marcado por un destino singular, dotado de extraños poderes y, abocado a convertirse en dictador, mesías y mártir.
Los Harkonnen: personificación de las intrigas que rodean el Imperio Galáctico, buscan obtener el control sobre Arrakis para disponer de la melange, preciosa especia y uno de los bienes más codiciados del universo.
Los Fremen: seres libres que han convertido el inhóspito paraje de Dune en su hogar, y que se sienten orgullosos de su pasado y temerosos de su futuro.
Anastasia Allen está decidida a entrar en el equipo olímpico de patinaje artístico de Estados Unidos y, cuando consigue una beca para la Universidad de California, todo parece ir de acuerdo con su plan.
El objetivo de Nathan Hawkins como capitán del equipo de hockey es mantener a sus chicos sobre el hielo cueste lo que cueste, pero todo se complica cuando tienen que compartir pista con una patinadora guapísima y con muy mal genio.
La situación obliga a estos rivales a pasar tiempo juntos, pero Anastasia está tranquila. Sabe perfectamente que un jugador de hockey jamás podría distraerla, y mucho menos Nate... ¿verdad?
En el año 2011, el narrador de esta novela y su familia llegaron, de un modo azaroso, a una vivienda casi en ruinas situada en un pequeño pueblo del sur de España. Un acuerdo con el propietario les permitiría hacer uso de ella mientras el encontraba financiación para construir allí unos apartamentos. Era solo cuestión de tiempo que la casa fuera derribada. Sin embargo, durante los años siguientes, pasaron largos periodos en ella, reparándola con sus propias manos, transformándola en un acogedor lugar de encuentro y celebración.
á Allí recibieron a vecinos y amigos; con ellos compartieron comida, música, trabajo y risa. Allí la familia llegó a convivir con una docena de gallinas, varios caballos y burros, dos perros y algún ratón. Nunca perdieron de vista que terminarían llegando las máquinas excavadoras, lo que convirtió la experiencia en aquella casa en una elocuente metáfora de la vida: nos entregamos a ella aun sabiendo que termina.
Fallon y Ben se encuentran por casualidad cuando sus vidas están cambiando. Ella está a punto de instalarse en Nueva York con la esperanza de cumplir su sueño y convertirse en actriz de teatro, y Ben quiere ser escritor. Se cruzan como dos estrellas fugaces pero la intensidad de lo que comparten les lleva a fijar una cita anual, el 9 de noviembre, para no olvidarse. Fallon se convierte entonces en la inspiración de Ben, en su musa. En cada encuentro anual obtiene material para continuar escribiendo, y los dos se explican sus vidas. Hasta que en una de las citas Fallon empieza a dudar de lo que Ben le cuenta, ¿es posible que se haya inventado una vida de novela? ¿Y por qué haría algo así?
«No seas demasiado dura conmigo, Fallon. Tengo el corazón frágil.»