Come inside a jury room as one juror leads a starkly divided room to consensus. Join a young CIA officer as he recruits a reluctant foreign agent. And sit with an accomplished surgeon as he tries, and fails, to convince yet another cancer patient to opt for the less risky course of treatment. In Supercommunicators, Charles Duhigg blends deep research and his trademark storytelling skills to show how we can all learn to identify and leverage the hidden layers that lurk beneath every conversation. Communication is a superpower and the best communicators understand that whenever we speak, we’re actually participating in one of three conversations: practical (What’s this really about?), emotional (How do we feel?), and social (Who are we?). If you don’t know what kind of conversation you’re having, you’re unlikely to connect.
«Los Fusileros siempre éramos los primeros en desembarcar, porque, de hecho, siempre formábamos la vanguardia al avanzar y la retaguardia en las retiradas. Como los antiguos nativos de Kent, exigíamos por derecho el puesto de honor en el campo de batalla. [...] Ni el calor del ardiente sol, ni las largas millas, ni las pesadas mochilas, pudieron domeñar nuestro ardor.
[...] Era una visión gloriosa la de nuestras banderas desplegadas al viento en aquellos campos. Los soldados parecían invencibles: nada, pensaba yo, hubiese podido derrotarlos. Con decir que, nada más que en los Fusileros, contábamos con algunos de los hombres más duros que hubiesen luchado nunca bajo el sol ardiente en tierra enemiga. Pero viví para ver cómo las penalidades y la fatiga acababan con cientos de ellos antes de que hubiesen pasado unas pocas semanas.
[...] En la retirada de Salamanca recuerdo haber visto caer a muchos hombres. Entonces se trataba ya prácticamente de un "sálvese quien pueda". Aquellos cuyas fuerzas empezaban a fallarles no miraban ni a izquierda ni a derecha, sino que, con los ojos vidriosos, seguían adelante, tambaleándose, como buenamente podían.
[...] Tras la desastrosa retirada a La Coruña, los Fusileros habíamos quedado reducidos a una sombra enfermiza, si se me permite el término. Mi compañía, de cerca de un centenar de hombres, no contaba ya sino tres.»
«Por fin: aquí están los prolegómenos de la gran obra, la aurora boreal del ciclo, el lienzo secreto del fresco, el solar en el que se construyó la catedral de siete pilares, el prefacio del propio Marcel, la búsqueda de En busca del tiempo perdido. [...] Proust ha vuelto, único y visionario como siempre» ( J. Garon, L’Obs). Así han saludado unánimemente los expertos y la crítica el hallazgo de este tesoro literario: un manuscrito mítico que ve la luz tras el fallecimiento de su propietario, Bernard de Fallois. Escritos entre 1907 y 1908, con estos episodios emblemáticos y fundacionales de su obra maestra se penetra por arte de magia en la memoria proustiana como si se tratara de una primigenia autobiografía en la que los personajes y los lugares surgen en toda su desnudez y conservando sus nombres auténticos —la abuela Adèle, la madre Jeanne y un joven Marcel estremecedoramente «humano, amoroso, atento con su familia, fiel y generoso» (A. Compagnon, Le Figaro Littéraire).
Es una opinión casi unánime entre la crítica que "La Quimera" inicia o, al menos, consolida un cambio de rumbo en la manera de novelar de Emilia Pardo Bazán, caracterizado por los análisis psicológicos minuciosos, el interés por el esteticismo, las tendencias espiritualistas, la apertura al mundo del misterio y la irracionalidad, la defensa del Ideal contra la Razón o el estilo poético e impresionista, entre otros aspectos de notable interés. Inspirada en personajes y sucesos del Madrid reciente, "La Quimera" parte de un fondo autofictivo para construir una sátira social y en palabras de su propia autora "estudiar un aspecto del alma contemporánea" por medio del arte literario.
Diarios en la vieja rectoría es un acercamiento al primer año de convivencia del célebre escritor Nathaniel Hawthorne y su esposa Sophia, cuando, recién casados, se instalaron en una casa de Concord. Es también la exploración de un entorno aún por descubrir, de un paisaje, natural y cultural, donde coincidieron personalidades tan destacadas como Thoreau y Emerson, figuras capitales del pensamiento trascendentalista. Esta filosofía, surgida en parte como reacción al impacto que tuvo la Revolución Industrial sobre la naturaleza y el orden social, se manifiesta en estas páginas en esa forma a veces sobrecogida, a veces exaltada, con que el matrimonio cuida cada retazo del jardín, los frutos de la tierra y las orillas del río que pasa junto a su hogar, en lo que supone una lección moral, elegantemente descrita y con una profundidad tan sabia como enternecedora, para nuestros días.
Publicada en 1846, “El doble” constituye un caso sumamente representativo de esa clase de creaciones que, adelantadas a su tiempo, acaban siendo consagradas por la posteridad. Partiendo de un tema literario tradicional –el de la persona que trata de salvaguardar su dignidad ante una burocracia avasalladora y despreciativa–, y combinándolo, a través del patético personaje de Yakov Petrovich Goliadkin, con el tema del desdoblamiento de la personalidad, en esta novela el genio literario de Fiódor Dostoyevski (1821-1881) no sólo supera la mera tragedia grotesca, sino que extrae de ella posibilidades tan insospechadas como espeluznantes...