En la estepa rusa, el invierno dura casi todo el año y los montículos de nieve son más altos que las casas. A Vasia el hielo le recuerda a los cuentos sobre Morozko, el misterioso rey del invierno, que trae las heladas y engaña cruelmente a las jóvenes para quedarse con sus almas. En cuanto su padre regresa de Moscú con una nueva esposa muy devota, las cosas cambian. La mujer ve demonios invisibles a ojos de todos, excepto de Vasia... Aunque para ella son espíritus: como el vodianói, un hombre hecho de ramas de árboles, o la rusalka, la ninfa que ahoga a los incautos en el lago. Mientras los aldeanos sigan haciéndoles ofrendas, no pasará nada malo. Pero un despiadado invierno, cuando las ventiscas cubren las casas de escarcha y el miedo se cuela por las cerraduras, las ofrendas dejan de llegar.Ambientada en un paraje helado de la Rusia medieval, la trilogía que inicia El oso y el ruiseñor teje un tapiz irresistible en el que se entrelazan la magia de los cuentos de hadas y el temor a lo desconocido. Tras su publicación, el libro resultó ganador en la categoría de Mejor Novela Fantástica en Amazon (2017), quedó finalista en los premios de Goodreads, se tradujo a una veintena de idiomas y cosechó un gran éxito de ventas.
La familia de Miryem se halla al borde de la pobreza, hasta que se hace cargo de la situación y no tarda en ganarse la reputación de ser capaz de convertir la plata en oro. Cuando el rey de los staryk, unas criaturas hechas de hielo que amenazan con llevarse el verano para siempre, se entera de tal hazaña le impone una tarea que parece imposible y que hará que Miryem descubra que tiene poderes. Tejerá una telaraña en la que quedarán atrapadas una joven campesina, Wanda, y la desdichada hija de un noble local que pretende casarla con el joven y apuesto zar Mirnatius. Miryem y sus dos inesperadas aliadas se embarcarán en una desesperada odisea que las llevará hasta los límites del sacrificio, el poder y el amor.
Nadie ha retratado la psicología humana como lo hizo Fiódor Dostoyevski. Su obra, fiel reflejo de una personalidad compleja y atormentada, marca una de las cimas de la narrativa universal. Admirada por generaciones de lectores y autores, Crimen y castigo narra el asesinato cometido por Rodión Raskólnikov, un estudiante arrogante y endeudado cuyo nihilismo anticipa la literatura existencialista. Su descenso a los infierno corre en paralelo al de la ciudad de San Petersburgo, en plena decadencia, que Dostoyevski retrata con pulso firme y una galería de personajes absolutamente memorables.
"Desde que existe el libro nadie está ya completamente solo, sin otra perspectiva que la que le ofrece su propio punto de vista, pues tiene al alcance de su mano el presente y el pasado, el pensar y el sentir de toda la humanidad". Stefan Zweig fue un lector empedernido que plasmó sus observaciones tanto en las reseñas que publicó en la prensa escrita como en los prólogos a la obra de otros autores. Los textos aquí reunidos dan buena prueba de la sagacidad, la erudición y la elegancia a las que Zweig nos tiene acostumbrados, pero sobre todo son un testimonio de su amor por la literatura como invitación al diálogo, una pasión tan intensa y franca que no es extraño que sepa contagiarla a sus lectores como pocos maestros.
En el amor y en la guerra las cosas no siempre son lo que parecen. Cuando hay espías de por medio, nunca lo son.
Los servicios de inteligencia españoles han detectado en Madrid unas extrañas comunicaciones entre un ciudadano ruso y un miembro del Frente Polisario. Pronto se dan cuenta de que el Kremlin está buscando crear un nuevo conflicto entre Marruecos y Argelia que distraiga la atención sobre la guerra de Ucrania. El CNI ha de actuar con rapidez si quiere evitar otro conflicto internacional, y la única manera de hacerlo sin dejar ningún rastro es volver a recurrir a Asís, quien ha iniciado una nueva vida con su mujer en Mallorca. Sin embargo, cuando has sido espía, aunque fuera por accidente, tu pasado siempre acaba llamando a la puerta.
In this entertaining young readers edition of the environmental studies classic, Michael Pollan demonstrates how people and domesticated plants have formed a reciprocal relationship. He links four fundamental human desires—sweetness, beauty, energy, and control—with the plants that satisfy them: the apple, the tulip, coffee, and the potato. In telling the stories of four familiar species, Pollan illustrates how the plants have evolved to satisfy humankind’s most basic yearnings. And just as we’ve benefited from these plants, we have also helped them to thrive.