Este libro está basado en el testimonio de 22 prostitutas cubanas, que ejercen su oficio en la República Dominicana, cada una de ellas desnuda su vida y cuentan cómo empezaron a trabajar como jineteras en Cuba o debutaron en una noche cualquiera, en esta otra tierra, pero al ser cubanas se les conoce como jineteras importadas.
Mujeres que hacen uso del sexo para obtener alimentos, ropa, dinero, objetos de valor un vehículo y por qué no decirlo, una visa para cualquier lugar del mundo.
Mientras su avión aterriza en un aeropuerto, Toru Watanabe, de treinta y siete años, escucha casualmente una canción de los Beatles: de pronto, la música le hace retroceder a su juventud, al turbulento Tokio de finales de los sesenta. Recuerda entonces, con melancolía y desasosiego, a la inestable y misteriosa Naoko, la novia de su mejor -y único - amigo de la adolescencia, Kizuki, y cómo el suicidio de éste les distanció durante un año, hasta que se reencontraron en la universidad....
Este es probablemente el libro más famoso de Stefan Zweig. En él lleva a su cima el arte de la miniatura histórica y literaria. Muy variados son los acontecimientos que reúne bajo el título de Momentos estelares: el ocaso del imperio de Oriente y la caída de Constantinopla a manos de los turcos en 1453; el nacimiento de El Mesías de Hán-del en 17 41; la derrota de Napoleón en 1815; el indulto de Dostoievski, momentos antes de su ejecución, en 1849; el viaje de Lenin hacia Rusia en 1917... «Cada uno de estos momentos estelares—escribe Zweig—marca un rumbo durante décadas y siglos». Como lectores descubrimos, de este modo, mínimos, inesperados puntos de inflexión de la historia, a los que asistimos con la fascinación que la escritura de Stefan Zweig siempre nos produce.
Impedimenta se complace en presentar, por primera vez en traducción directa del polaco, Solaris, la mítica novela que consagro a btanistaw Lem como autor de culto. Un texto hoy en día considerado un clásico sin paliativos de la literatura moderna. Kris Kelvin acaba de llegar a Solaris. Su misión es esclarecer los problemas de conducta de los tres tripulantes de la única estación de observación situada en el olaneta. Solaris es un lugar peculiar: no existe la «ierra firme, únicamente un extenso océano dotado de vida y presumiblemente, de inteligencia. Mientras tanto, se encuentra con la aparición de personas que no deberían estar allí. Tal es el caso de su mujer —quien se había suicidado años antes—, y que parece no recordar nada de lo sucedido. Stanistaw Lem nos presenta una novela claustrofóbica, en la que hace un profundo estudio de la psicología humana y las relaciones afectivas a través de un planeta que enfrenta a los habitantes de la estación a sus miedos más íntimos.
«Como una ola hecha de todas las olas». Así consideraba Pablo Neruda el latido de sus versos. Así lo hemos percibido también millones de lectores para quienes son lo que el propio poeta deseaba: «un relámpago de fulgor persistente», una revelación, un pentecostés deslumbrante e impetuoso. «En la casa de la poesía no permanece nada sino lo que fue escrito con sangre para ser escuchado por la sangre». Lo había anticipado ya Vallejo y el gran Rubén Darío, a quien Neruda y García Lorca rindieron, a dúo, tributo de admiración, porque «fuera de normas, formas y escuelas» en él vibraba la verdad de una palabra creadora. Con ellos se enseñoreaba de las letras hispánicas la voz de América.
La de Neruda tiene un alcance universalizador; se propone explorar todo lo real, para recrearlo y depurarlo en el canto. Pero en la mayor parte de su obra, naturaleza y sociedad gravitan hacia una visión unitaria de la geografía y la historia de América. De ahí que la Real Academia Española y la Asociación de Academias hayan querido agavillar esta Antología general para rendir homenaje a Neruda.
«Una Novela puede nacer en tu cabeza en forma de imagen evocadora, fragmento de conversación, pasaje musical, cierto incidente en la vida de alguien sobre el que has leído, una ira imperiosa, pero, sea como sea, en forma de algo que propone un mundo con significado. Y por tanto el acto de escribir tiene carácter de exploración. Escribes para averiguar qué escribes. En cambio, un relato suele presentarse como una situación, hallándose los personajes y el escenario irrevocablemente unidos a ella. Los relatos se imponen, se anuncian a sí mismos, su voz y sus circunstancias están ya decididos y son inmutables. No se trata de encontrar el camino para llegar a ellos; han llegado por propia iniciativa, y más o menos enteros, exigiéndote que lo dejes todo y los escribas antes de que se desvanezcan como se desvanecen los sueños. Un relato, por su propia dimensión, debe centrarse en personas que, por una u otra razón, se diferencian claramente de su entorno: personas enzarzadas en alguna forma de liza con el mundo imperante.» E.L. Doctorow, en el prefacio de Todo el tiempo del mundo